Capítulo 1: El Aroma del Destino

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Ji-hoon Lee caminaba por el pasillo del café, observando cada detalle con su habitual mirada crítica. El café tenía un ambiente acogedor, con paredes revestidas de madera clara y una tenue luz cálida que creaba una sensación de calma entre el bullicio de la ciudad. Afuera, Seúl vibraba con la energía inagotable de sus calles llenas de gente y tráfico, pero dentro del local todo era diferente, un refugio del caos.
Había elegido cada elemento con precisión: las plantas colgantes, los cuadros minimalistas, y las mesas que combinaban modernidad con un toque clásico. Incluso la música, una suave mezcla de jazz instrumental, había sido cuidadosamente seleccionada para que los clientes se sintieran relajados, como si el tiempo transcurriera más despacio en ese lugar.
Esa mañana no parecía ser muy diferente de las demás. El sol ya se asomaba entre los edificios, y las primeras personas entraban a buscar su dosis de cafeína para comenzar el día. Ji-hoon estaba revisando las ventas del día anterior cuando algo captó su atención. En una de las mesas, cerca de la ventana, una joven parecía estar completamente absorta en un cuaderno.
La chica tenía el ceño fruncido mientras mordía el bolígrafo, perdida en sus pensamientos. Era difícil no notar su frustración; cada tanto, escribía algo solo para tacharlo con rapidez. Su cabello, un poco despeinado, caía sobre su rostro, y se lo apartaba de manera distraída. Vestía ropa sencilla, casi casual, lo que contrastaba con la mayoría de los clientes que solían frecuentar el café, muchos de ellos jóvenes profesionales vestidos de manera impecable.
Intrigado por su actitud, Ji-hoon decidió acercarse. No solía intervenir con los clientes a menos que fuera necesario, pero había algo en ella que lo intrigaba, como si estuviera luchando por algo que él no podía ver.
Cuando se paró frente a su mesa, la chica levantó la vista, sorprendida. Sus ojos oscuros lo miraron, parpadeando varias veces antes de que una tímida sonrisa cruzara su rostro.
—Perdón, no quería interrumpir —dijo ella, apartando el cuaderno como si de pronto se diera cuenta de que no estaba sola—. Estoy... intentando encontrar las palabras adecuadas.
—¿Las palabras adecuadas? —preguntó Ji-hoon, curioso, mientras señalaba el cuaderno con la mirada.
La joven sonrió con un toque de vergüenza.
—Sí, es para mi novela. —Se encogió de hombros y soltó una pequeña risa nerviosa—. A veces es como si las palabras se me escaparan justo cuando creo haberlas encontrado.
Ji-hoon no pudo evitar esbozar una leve sonrisa ante la sinceridad de su comentario. Había algo refrescante en su forma de hablar, en esa lucha interna por algo tan intangible como una frase perfecta. Se sentó sin ser invitado, más interesado de lo que estaba dispuesto a admitir.
—No es fácil encontrar algo honesto que decir, ¿verdad? —dijo él, mirando brevemente por la ventana, donde el bullicio de la ciudad parecía ir a un ritmo completamente diferente al de la conversación que tenían dentro.
—Exactamente. —Ella lo miró con una mezcla de sorpresa y gratitud por su comprensión—. Estoy intentando escribir sobre el amor, pero no el tipo de amor que vemos en las películas o en los dramas, sino algo más... real, algo que duele y que te hace cambiar. Quiero que los personajes se enfrenten a sí mismos.
Ji-hoon asintió lentamente, observándola con más detenimiento. Parecía que detrás de su sencillez había una profundidad que no todos los días encontraba en las personas que lo rodeaban. Él mismo llevaba mucho tiempo evitando pensar en el amor o en cualquier cosa que no fuera trabajo, pero algo en las palabras de esta chica, en su dedicación a capturar lo que él consideraba una emoción casi incómoda, lo hacía sentir una extraña conexión.
Antes de que pudiera decir algo más, su teléfono vibró en el bolsillo de su chaqueta, un recordatorio de que tenía una reunión en poco tiempo. Suspiró internamente, sabiendo que tendría que marcharse, pero no sin dejar una última palabra.
—Creo que deberías seguir escribiendo aquí. —Le dijo al levantarse—. Quizá encuentres lo que estás buscando.
Ella sonrió, esta vez con más confianza, y asintió.
—Gracias. Lo intentaré.
—Soy Ji-hoon, por cierto —añadió, antes de darse cuenta de que no se había presentado.
—Soo-jin —dijo ella, cerrando su cuaderno—. Un placer, Ji-hoon.

Él se marchó con esa sonrisa aún en su mente, sin saber muy bien por qué se sentía tan distinto aquel día. Caminó hacia su reunión, pero la conversación seguía dando vueltas en su cabeza.

Reflexión de Ji-hoon: Camino a la Reunión
El taxi avanzaba lentamente por las congestionadas calles de Seúl, pero Ji-hoon apenas notaba el tráfico. Sus pensamientos estaban lejos, todavía atrapados en el pequeño café y en la joven llamada Soo-jin. ¿Por qué aquella conversación tan casual lo había dejado tan inquieto?
Su vida siempre había sido ordenada, estructurada. Cada paso que había dado había sido calculado y ejecutado con precisión, desde su carrera hasta la expansión de su cadena de cafés. Todo estaba planeado al milímetro, como si el destino fuera un camino recto sin desvíos. Pero algo en la manera en que Soo-jin hablaba sobre el amor, sobre la necesidad de encontrar algo real y honesto, lo había perturbado.
No podía evitar pensar en cuántas veces había evitado mirar hacia su propio corazón. Ji-hoon no se consideraba un hombre sentimental; su enfoque siempre había sido práctico, directo, orientado a los resultados. Pero ahora, sentado en el taxi, una parte de él se preguntaba si había algo más que había estado ignorando.
El teléfono sonó, recordándole que estaba a punto de llegar a su reunión. Respiró hondo, tratando de dejar a un lado esos pensamientos antes de enfrentarse a otra ronda de decisiones empresariales.

Escena en la Librería: Soo-jin y Min-ji
Soo-jin colocaba los libros en su sitio dentro de la pequeña librería donde trabajaba, pero su mente seguía volviendo una y otra vez a la conversación con Ji-hoon. Había algo en ese hombre que la había dejado pensando, y no solo por su aspecto o por lo inesperado del encuentro, sino por la seriedad en su mirada, la sensación de que había mucho más detrás de esa fachada controlada.
Justo en ese momento, su amiga Min-ji entró en la tienda, observando a Soo-jin con una expresión curiosa.
—Oye, ¿por qué tienes esa cara de soñadora? —preguntó Min-ji, riendo mientras se apoyaba en el mostrador.
Soo-jin soltó una carcajada, pero sus mejillas se ruborizaron levemente.
—No es nada. Solo... conocí a alguien interesante hoy.
Min-ji arqueó una ceja, como si supiera que había más detrás de esas palabras.
—¿Interesante? ¿Guapo?
—Sí, guapo, pero... no es eso. Es solo que... hablamos sobre el amor, y lo que dijo me dejó pensando. Era diferente, ¿sabes? Como si hubiera algo más en él que no se mostrara fácilmente.
Min-ji sonrió con picardía.
—Vaya, Soo-jin. Suena a que te ha dejado impresionada. ¿Vas a volver a verlo?
Soo-jin se encogió de hombros, aunque su sonrisa la delataba.
—No lo sé. Quizás. Me gusta escribir en ese café, y quién sabe, tal vez vuelva a encontrarme con él.

Conflicto Interno de Ji-hoon: Final del Día
Esa noche, Ji-hoon estaba solo en su oficina, con un par de documentos frente a él. Pero su mente no podía concentrarse. En lugar de revisar los números y los informes que tenía que entregar al día siguiente, seguía pensando en Soo-jin, en cómo había descrito su búsqueda del amor.
Se recostó en la silla y cerró los ojos por un momento. La ciudad seguía viva afuera, con sus luces brillando en la noche. Pero él se sentía extrañamente distante, como si por primera vez en años su mente no estuviera completamente enfocada en el trabajo.
El amor... era una idea que siempre había evitado. Su carrera había sido su prioridad, su estabilidad, pero ahora no podía dejar de preguntarse si realmente era feliz con lo que había logrado. Soo-jin había tocado una fibra sensible en él, una que ni siquiera sabía que existía.
Quizá, pensó, era hora de reevaluar sus prioridades. Pero, por ahora, no estaba listo para tomar una decisión.

entre café y destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora