Había tenido tantas oportunidades de amar, tantas personas a las que pude haber dado una oportunidad, pero siempre había algo que me detenía. Y ahora, por primera vez, me di cuenta de que ya no quería quedarme con las preguntas.
Era un día cualquiera, como esos que pasan desapercibidos cuando estás atrapada en tu propio mundo. Los días que se sienten vacíos porque solo te concentras en lo que no has hecho, en lo que no has dicho. Pero esa tarde, algo cambió. Algo que no esperaba.
Él estaba ahí, parado en la esquina de la cafetería del colegio, como siempre, pero hoy algo en él me hizo verlo con otros ojos. No era nada particularmente diferente. Tenía la misma sonrisa, la misma mirada tranquila, como si no importara lo que pasara a su alrededor. Pero esta vez, algo en mi interior me hizo darme cuenta de que no podía seguir ignorando lo que sentía.
Recuerdo que ese día me encontré sentada junto a la ventana, observando como él hablaba con sus amigos. Estaba tan acostumbrada a verlo, tan acostumbrada a ignorar la manera en que siempre me hacía sonrojar con solo mirarme. Era un chico como cualquier otro en la escuela, pero con algo diferente. Algo que nunca había entendido hasta ahora.
Se llamaba Tian. Lo conocía desde hacía años, pero nunca le había prestado mucha atención. Tal vez porque siempre fui la que se apartaba, la que se quedaba atrás, observando. O tal vez porque no quería darme la oportunidad de sentir algo. Pero esa tarde, me di cuenta de que ya no podía seguir actuando como si no me importara. Ya no podía seguir esperando que el amor llegara sin tomar un paso hacia él.
Y es que, a lo largo de los años, había tenido tantas oportunidades de amar. Chicos que me habían gustado, chicos que me habían mostrado interés, chicos que me habían demostrado afecto. Pero siempre había algo que me detenía. El miedo. La inseguridad. La falta de saber cómo reaccionar. Siempre pensaba que el momento perfecto aún no llegaba. Pero lo que no entendía era que ese momento ya estaba ahí, frente a mí, desde hace tanto tiempo.
Así que me levanté de mi silla. Mis manos temblaban, mi corazón latía rápido. Sabía que era ahora o nunca. ¿Cómo podía seguir ignorando lo que estaba tan claro? Él también me miraba, a veces, cuando pensaba que yo no lo veía. Como si estuviera esperando algo, como si también sintiera que había una oportunidad ahí, entre los dos, que no podíamos dejar pasar.
Caminé hacia él, con pasos más lentos de lo que quisiera, pero mi mente estaba tan llena de dudas y preguntas que sentí como si cada paso fuera una batalla.
"Hola, Tian," dije finalmente, sintiendo la boca seca. No sabía si había sido lo suficientemente firme o si había titubeado, pero ahí estaba, frente a él. Finalmente, había decidido hablar.
Él me miró, sorprendiendo un poco, pero luego sonrió. Esa sonrisa familiar que siempre había estado ahí, pero que ahora sentía diferente. Era una sonrisa que me hizo pensar que tal vez, solo tal vez, yo no estaba tan equivocada.
"Hola, Mei," respondió, como si todo fuera tan normal, tan sencillo. Como si hubiera esperado este momento tanto como yo, aunque no lo sabía. "¿Cómo estás?"
"Bien," respondí, intentando parecer más tranquila de lo que realmente me sentía. "Solo pensaba... que tal vez podríamos hablar más. O, ya sabes, hacer algo juntos, algún día."
Hubo un silencio, pero no incómodo. Solo un silencio de dos personas que finalmente se reconocen. De repente, su rostro se iluminó un poco, y pude ver en sus ojos que, tal vez, había estado esperando algo como esto.
"Claro," dijo con una sonrisa sincera. "Me encantaría."
En ese momento, todo en mí se calmó. Mi mente, que siempre estaba llena de dudas, dejó de hacer preguntas. Era como si todo el miedo que había acumulado a lo largo de los años, todas las veces que había dejado pasar una oportunidad, se desvaneciera. Quizás, después de todo, no necesitaba tener todas las respuestas. Tal vez solo tenía que dar un paso, aunque fuera pequeño.
"Entonces, ¿qué tal el viernes?" preguntó él, y pude ver que su rostro reflejaba algo que no había visto antes: la misma incertidumbre que yo sentía, pero también una chispa de esperanza.
"Viernes está bien," respondí, sintiendo cómo un peso se levantaba de mis hombros.
Al día siguiente, no pude dejar de sonreír. No era solo por la idea de salir con él, sino por lo que ese momento representaba. Finalmente había tomado la decisión de actuar. Finalmente había dejado de lado el miedo y las dudas. No quería quedarme con la sensación de haber perdido otra oportunidad más.
Y por primera vez, no sentía que estaba haciendo algo por obligación o por presión. Lo estaba haciendo porque, por alguna razón que no podía entender completamente, quería saber qué pasaría si no dejaba que el amor me pasara de largo.
Comprendí ese día que el amor no es solo cuestión de esperar. Es cuestión de dar el primer paso, de actuar antes de que el miedo te lo arrebate todo. Y esa noche, decidió que no dejaría escapar lo que sentía por Tian.
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La Lista de mis 17 Oportunidades ✔ | M. HERNÁNDEZ
RomanceA sus 17 años, Li Mei decide enfrentar los recuerdos de sus amores no correspondidos y los "casi algo" que marcaron su adolescencia. En una lista de 17 nombres, repasa historias llenas de encuentros fortuitos, silencios incómodos y decisiones no tom...