Capítulo 8 | El Chico que Me Dijo Adíos

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Algunas oportunidades son difíciles de reconocer hasta que ya es demasiado tarde. Y algunas lecciones duelen tanto que te marcan para siempre.

Nunca imaginé que podría ocurrir algo así. Que algo tan simple como un "hola" se convertiría en un "adiós".

Lo conocí cuando tenía 16 años, en el último año de la preparatoria. Su nombre era Xiao Jun, y era uno de esos chicos con los que nadie se atreve a hablar en los primeros días, pero que con el tiempo te das cuenta de que no es tan diferente a los demás.

Era tranquilo, casi demasiado, con una manera de observar las cosas que te hacía sentir que podías ser tú mismo sin tener que demostrar nada. Nos conocimos en la biblioteca, por casualidad, entre estantes de libros que aún no había abierto. Durante meses, nuestras conversaciones fueron breves pero agradables. De hecho, si alguien me hubiera dicho que pasaría algo más entre nosotros, probablemente hubiera reído y respondido que era solo una amistad más.

Pero algo cambió.

Un día, después de semanas de saludos fugaces y bromas casuales, Xiao Jun se acercó de manera diferente. Esta vez, no fue solo para pedir prestado un libro o hacer una pregunta sobre la clase. Esta vez, había algo en su mirada. Algo que nunca antes había visto.

"Mary," dijo, pronunciando mi nombre como si fuera una canción, "he estado pensando..."

Mi corazón latió más rápido, pero por alguna razón, no me atreví a preguntar "¿Pensando en qué?".

"No quiero que me malinterpretes," continuó, mirando al suelo, como si las palabras le costaran. "Creo que me gustas. Pero... no sé cómo decírtelo sin que suene raro."

El mundo se detuvo por un momento. Su confesión era simple, directa, pero de alguna manera, la sentí como un golpe suave. A pesar de mis sentimientos por él, algo en mí se paralizó. Estaba tan acostumbrada a dejar que las cosas fluyeran, a dejar que las oportunidades se desvanecieran sin hacer nada, que no supe cómo responder.

"No sé qué decir," fue lo único que logré murmurar.

Él asintió, como si ya lo supiera, como si hubiera esperado esa respuesta. "Está bien," dijo, sonriendo amargamente. "Solo quería que lo supieras."

Y con eso, se fue. Dejó la biblioteca, y aunque nuestras miradas se cruzaron un par de veces en los días siguientes, nada volvió a ser igual. Ya no había más sonrisas, ni esas pequeñas charlas que solían hacernos sentir más cercanos. La distancia entre nosotros se hizo palpable, aunque nunca dijimos nada sobre lo que había pasado.

El tiempo pasó, y esa herida que dejé abierta comenzó a doler más con cada día que lo veía. No podía evitar pensar en lo que podría haber sido si hubiera sido valiente, si no hubiera dejado que el miedo y la incertidumbre me paralizaran.

Un par de semanas después, escuché rumores de que él había comenzado a salir con otra chica de la escuela. Algo dentro de mí se rompió. Sabía que ya no había vuelta atrás. El momento que podría haber cambiado algo, lo dejé ir.

Cuando finalmente decidí hablar con él, ya era demasiado tarde. Xiao Jun había dejado claro que ya no había espacio para mí en su vida. Todo lo que quedaba era un eco de lo que podría haber sido, una oportunidad perdida que me dolía más con cada día que pasaba.

Mi octava oportunidad fue la que más me costó perder. No por el dolor de la pérdida, sino por la lección que me dejó: que las oportunidades no esperan, y a veces, el momento para hacer algo es el más pequeño, el más fugaz.

La Lista de mis 17 Oportunidades ✔ | M. HERNÁNDEZWhere stories live. Discover now