A veces, el destino no llega en forma de una oportunidad obvia. A veces, llega en un encuadre casual de miradas en un lugar cualquiera.
Era un día cualquiera de marzo, uno de esos días en los que el sol se atreve a calentar un poco el aire, pero el viento todavía se siente como un recordatorio del invierno. La estación de tren de la ciudad estaba llena de la energía caótica típica de los días laborables. Los trenes llegaban y partían con una regularidad que casi se volvía reconfortante.
Pero ese día no estaba allí para esperar un tren. Me encontraba en la plataforma, esperando a un amigo que se había retrasado y a quien le urgía llegar a una cita.
Fue entonces cuando lo vi: Kai Yun.
Al principio, no le presté demasiada atención. Estaba ocupado buscando algo en mi bolso, pero luego sentí que alguien me observaba. Levanté la mirada, y ahí estaba él, apoyado contra una de las columnas, mirando hacia mí con una expresión difícil de descifrar.
Kai no era como los demás. Era el tipo de chico que no necesitaba hacer mucho ruido para llamar la atención. Tenía una presencia tranquila, casi distante, pero algo en sus ojos mostraba que sabía exactamente lo que estaba haciendo.
Con una risa suave, se acercó. "¿También esperas a un amigo perdido?"
Me sorprendió que hablara conmigo, pero mi respuesta fue igualmente despreocupada. "Algo así, él está en su propio mundo."
"Conozco esa sensación," dijo, y su voz tenía un tono que hacía que cualquier conversación normal pareciera profunda. "Las personas siempre se pierden, ya sea en el tren o en la vida."
Sentí que sus palabras me calaban, aunque no entendía por qué. Kai tenía esa habilidad de decir las cosas con tan poco, pero que, de alguna manera, me hacían pensar en todo.
Decidimos caminar juntos por la estación. Había algo en su calma que me intrigaba. A pesar de que estaba rodeado de gente, era como si creara un espacio propio, una pequeña burbuja donde nada ni nadie podría interrumpir nuestra conversación.
"¿A dónde vas?" le pregunté, simplemente por curiosidad.
"Solo estoy de paso," respondió con un encogimiento de hombros. "No me gusta quedarme mucho tiempo en ningún lugar."
Su respuesta era extraña, pero la acepté, no por respeto, sino porque había algo en su actitud que me hacía sentir que había más detrás de esas palabras.
"¿Y tú?" continuó, como si la pregunta hubiera salido de un lugar genuino. "¿Qué buscas?"
Me detuve, considerando su pregunta. "Creo que solo estoy tratando de entenderme a mí misma," respondí, no muy segura de lo que estaba diciendo.
Kai se quedó en silencio por un momento, como si estuviera procesando mis palabras. "Eso nunca está claro," dijo finalmente, con una sonrisa que no llegaba a ser alegre, pero sí llena de una sabiduría inexplicable. "Pero eso es lo que hace que valga la pena."
Cuando mi amigo finalmente apareció, Kai asintió, como si todo ya hubiera estado escrito. Sin despedidas, se dio vuelta y desapareció en la multitud de la estación, dejándome con una sensación extraña, como si hubiera tenido una conversación con alguien que no debía estar allí.
Días después, seguí viéndolo en el centro de la ciudad, pero nunca intercambiamos más palabras. Como si el universo hubiera decidido que nuestra única conexión sería aquella chispa en la estación.
Mi séptima oportunidad llegó en un cruce de miradas que no pidió permiso, pero que me dejó con la sensación de que había algo más, algo no resuelto.
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La Lista de mis 17 Oportunidades ✔ | M. HERNÁNDEZ
RomanceA sus 17 años, Li Mei decide enfrentar los recuerdos de sus amores no correspondidos y los "casi algo" que marcaron su adolescencia. En una lista de 17 nombres, repasa historias llenas de encuentros fortuitos, silencios incómodos y decisiones no tom...