Capitulo 27

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Tic Tac.

El eco de las manecillas del reloj de pared que abarcaba toda la sala, siendo parte del ambiente pesado en aquella sala. Una hermosa sala con una gama de colores vivos como el morado y verde. Sofás largos y de un material que apetecía dormir durante horas ahí. Una grandiosa alfombra de pelo sintético. Y demasiadas obras de arte colgadas en las paredes.

Siendo la principal atracción el gran ventanal que daba hacia el exterior, dejando unas encantadoras vistas hacia la ciudad nocturna. Pequeñas luces que se iluminaban entre las calles y los edificios cercanos. A cualquiera dándole vértigo por la altura tan mayor en la que se encontraba aquel piso.

Pasos marcados y firmes que volvían, regresaban, volvían y regresaban. De un lado a otro teniendo un ritmo fijo que se sumaba al inquietante ruido de las manecillas.

Pero ya han pasado 16 años, ¿Cómo es posible que no tengan nada de información?- reprochaba manteniendo la calma. Aunque estaba por poco de perderla- No. No, no, no. ¿Me estás diciendo que no hay rastro en esta ciudad? ¿Qué han estado haciendo en todos estos años? Perder el tiempo.

Era una voz irritada reflejando tal vez lo cansado que se encontraba de la misma situación.

Si. Estoy seguro de que sigue en esta ciudad- volteó a ver de reojo al hombre que se hallaba de pie cerca del ventanal, observando la ciudad- está bien - suspiró sin tener otra opción - nos vemos - guardó el móvil en los bolsillos de su pantalón de vestir. Dando media vuelta para ver de nuevo al hombre rubio que le quedaba a metros de distancia.

¿Qué dijeron?- fue lo primero que dijo el otro acompañante.

Que aún no saben nada de él - dijo lo dicho con un suspiro- dicen que no hay rastros, como si no existiera.

Pero si existe - le dedicó una mirada profunda - está ahí afuera, lo sé.

También lo sé, cariño - el hombre de estatura alta y cabellos azabaches se fue acercando al rubio- pero parece que quieren hacer como si no existiera, como si nunca se nos hubiera sido arrebatado- colocó la mano sobre el hombro de su esposo.

Tenemos que hacer algo más, buscar más, cualquier cosa, ¿Y si le preguntamos a Quackity?, él puede ayudarnos, él tiene que saber algo - con desespero dió la vuelta para quedar frente a su pareja.

Foolish- llamó por su nombre - sabés que no podemos hacer eso, es peligroso, ¿Qué pasa si se entera la Federación?, eso solo te pondría en riesgo a ti - estaba totalmente en desacuerdo.

Quackity no va a decirle nada, lo sé, él tampoco se lleva bien con el lider- como si tuviera un brillo en los ojos, trató de convencer pensando en que era la única oportunidad - 16 años, 16 años que no se nada de él. No sé a dónde se lo llevaron. Necesito saber que fue de mi hijo. De Roier.

Yo también quiero saber donde está, y por supuesto que estoy desesperado por los años- sostuvo los brazos de Foolish con una fuerza moderada- pero piensa en Leonarda, si se llegan a enterar de alguna forma, puede resultar herida.

Tenía razón. La federación no era ningún juego. Ellos podían saber a la perfección lo que estabas pensando, lo que hablas y en dónde te mueves. Los mantenían en un punto fijo sin la libertad de moverse como quisieran. Era como vivir en una maldita cárcel. Y se sentía frustrado. Frustrado de no poder hacer nada más que esperar a que investigadores privados ajenos a todo lo que conlleva el poder de la Federación, les den una pizca de información sobre el paradero de Roier.

No es como si trabajarán para la Federación. Tampoco eran amigos o aliados.

La única cosa que los unía con dicha organización. Era el hecho de que les habían arrebatado a unos de sus hijos. ¿El motivo?. Foolish de alguna forma perteneció cuando era más joven a la Federación, asunto...complicado. Y en cuando el hombre deseó ir en contra y revelarse. Todo salió mal. Terriblemente mal.

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⏰ Última actualización: 11 hours ago ⏰

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