44. Prohibido (!!)

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Carlos

— Esa es mi chica — dejé escapar por entre mis labios, casi como un suspiro, muerto de hambre por alimentarme de esos preciosos labios que tenía tan cerca de los míos.

Mi mano tomó su cintura y, sin pensar en nada más que en el tacto, acerqué a Bella a mi cuerpo mientras nuestros labios se juntaban por primera vez de nuevo. Saboreé su pintalabios con mi boca, el calor de su cuerpo con mis manos y, después de los primeros instantes, sonreí con mis labios contra los suyos al notar como Isabella me devolvía el beso y sus manos volvían a mi nuca, como siempre hacía.

Nuestras respiraciones empezaron a volverse más pesadas, más rápidas, y nuestras manos volvieron a examinar cada centímetro de nuestros cuerpos.

— Te he necesitado tanto — murmuré entre beso y beso.

— Eres un cabrón — su voz agitada cortó la respuesta.

Y eso fue todo lo que necesité oír para reunir suficiente valor como para empezar a pellizcar su vestido hacia arriba y poder acariciar sus nalgas como si fuera la primera vez. La oía gemir levemente contra mis labios y sus manos bajaron por mi abdomen para rápidamente desatarme el pantalón.

Tomados por sorpresa, de repente oímos unos pasos que se acercaban, así que, después de separarnos como si nos diera asco lo que acabábamos de hacer, tomé a Bella de la muñeca y la estiré hasta dentro de uno de los baños de los hombres, aún escuchando como los pasos de alguien nos seguían.

Nos encerré a mí y a ella, tapando su boca con mi mano y esperando a que la persona que había entrado en los baños se fuera.

— ¿Carlos? — era la voz de Charles.

Mi mano se relajó un poco sobre los labios de Isabella, y le eché una última mirada a ella: sus ojos me miraban desde poco abajo y uno de los tirantes del vestido le caía por el brazo casi dejando que uno de sus pechos se viera.

— Estoy aquí — respondí para mi compañero de escudería.

— ¿Estás bien? Clara me ha preguntado por ti.

Al escuchar ese nombre el peso de la realidad cayó sobre mi espalda y, tomándome por sorpresa, noté como Bella me mordía uno de los dedos que le tapaban la boca. Sonreí divertido.

— Sí, dile que estoy bien. Algo me debe haber sentado mal.

Miré de vuelta a Isabella y una tentadora idea se me pasó por la cabeza. Bajé mi mano muy lentamente por su cuello hacia su torso, acariciando suavemente sus pechos, mientras la mirada de Bella se volvía a encender y Charles me seguía hablando.

— Ya... Oye, sé que debe ser complicado haber visto a Bella esta noche, pero... no sé, tío, podrías ser un poco más majo con ella.

Levanté una ceja con una sonrisa pícara, cosa que solo Bella pudo ver, y finalmente mi mano llegó a su pierna para volver a deslizar el vestido hacia arriba.

— Puede que tengas razón, es que... — empecé a acariciar la parte más íntima de Isabella por encima de su ropa interior — se me hace complicado verla con Max.

Dije esa frase mirando directamente a Bella a los ojos y, con esa última palabra, aparté rápidamente su lencería para poder entrar con mis dedos en ella, como si la sorpresa fuera un castigo. Bella puso los ojos en blanco del placer al instante, casi empezando a resbalar por la pared del pequeño baño en el que estábamos, pero le tomé la cadera para que recordara que tenía que estar de pie.

— La verdad es que te entiendo. No puede ser fácil.

Empecé a jugar con su punto más débil y vi que se estaba aguantando para no gemir del placer.

— No lo es — respondí.

— Bueno, vuelvo para allá. Ahora les digo que estás bien, pero no tardes mucho.

— Eso procuraré — fue lo último que le dije a Charles antes de escuchar como sus pasos abandonaban los baños, sin dejar de tocar a Bella mientras la admiraba.

— Eres gilipollas — me dijo ella con la voz cortada y su cuerpo temblando del placer.

— Pero te está gustando — le sonreí para volver a juntar sus labios con los míos.

***

— Esto no tiene que significar nada — dijo Bella atándose los zapatos de talón en la salida de los baños.

Nuestra sesión sexual escondidos dentro del pequeño baño había terminado unos minutos antes, con ambos explotando del placer y la temperatura en su punto más alto.

— ¿No? — le pregunté irónicamente. Sabía que me iba a decir eso.

— No. Yo estoy feliz con Max. Tú estás feliz con Clara.

— Si tú crees...

— Encima sigues siendo un cabrón. Me pusiste los cuernos con esa — Bella se acomodó el pelo.

— Venga, sé que ya lo has superado.

— Claro que lo he hecho. Pero eso no justifica nada. Y más te vale que no se vuelva a repetir.

— Te recuerdo que no es solo decisión mía que acabe pasando esto o no.

— Vete a la mierda.

— ¿No me quiereees? — dije jugando, poniendo ojos chantajistas.

— Estoy más cerca a odiarte — respondió a pocos centímetros de mí.

Justo después, salió del baño caminando dignamente y sus curvas volvieron a enloquecerme.

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⏰ Última actualización: 2 days ago ⏰

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Más allá de la Pista - 55Donde viven las historias. Descúbrelo ahora