Cleo
Mika debía saber algo. Algo, lo que fuera, y se lo guardaba para sí mismo. Pero, ¿Qué? ¿Tendría idea de mi Distorsión? ¿Sabría de las cosas que sé y no sé qué las sé? Eso podría explicar porque me adelantó de curso. ¿Qué más sabría? Ni siquiera yo tenía idea. No me había asomado porque temía terminar leyendo algo en, no sé, ¿árabe? Y entenderle con claridad.
Talvez negarme a ver a mis padres había sido mala idea. Ellos debían saber algo, darme alguna explicación a lo que sea que... me estuviera, o me hubiera, pasado.
Mi director me miró con una ceja alzada. Yo a él con una clara duda.
—¿Cuándo me ibas a decir que tengo que tomar un no sé qué verde?
Sus ojos cayeron sobre Alex, fulminándolo con la mirada.
—¿Qué? —dijo este—. Tenía que saberlo tarde o temprano.
Mika puso su mejilla contra la palma, mirándolo con una falsa sonrisa.
—¿Qué más le dijiste?
—Cosas que tú no —interrumpí. Solo estábamos nosotros tres en su despacho, y por muy nueva que fuera estaba exigiendo una explicación. El sol entraba por las ventanas, y le caía sobre la espalda en su blanquera de la mañana.
—Mira —dijo ubicando sus ojos en mí—. ¿Hubiera cambiado algo si te lo hubiera dicho? Me encogí de hombros.
—Supongo que no.
—Bueno, pues ya lo dijiste. —Se levantó de su asiento, rodeando el escritorio—. El Suero Verde es necesario —miró a Alex sobre el hombro—, aunque ya te explicaron por qué. Evita que cuando te muerdan te transformes. Pero he de decirte esto Cleo, mientras estés dentro del ARCA, estas a salvo. Sin embargo, Icer no se va a detener acá.
Abrió la puerta sin quitarme la mirada, y todos mis otros amigos cayeron de voladas al suelo. Yaya sonrió con inocencia hacía Mika, apartando su cabello caramelo del rostro.
—¿Eso quiere decir que no podrá acompañarnos al centro comercial? —preguntó, metiéndole un codazo a Mack cuando se quejó bajo ella.
—¿Alguna vez viene uno solo de ustedes, sin que el resto lo siga? —inquirió cruzándose de brazos. Seri negó, siendo la primera en ponerse de pie.
—No, somos un equipo. Y ahora ella también es parte de nosotros —aseguró con firmeza. Alcé la mano, pidiendo un poco de su atención.
—¿Qué centro comercial? —pregunté sin entender. Alex respondió con gesto de cabeza.
—Un par de veces al mes podemos salir de ARCA hacía el Mundo Humano y hacer lo que queramos.
—Mientras sea legal —se apresuró a decir Mika.
—El punto es que mañana es ese día que podemos salir —dijo Yaya—. Quería que fueras con nosotros. Hay que remodelar tu habitación y armario.
—¿Y me ibas a contar eso? —inquirí hacía Mika.
—No —aseguró sin deje de culpa y cruzando los brazos sobre el pecho—. Porque no quería que fueras.
—¿Por qué?
Suspiró, pasándose una mano por la cara.
—Te estaba diciendo que Icer no se detendrá acá. Si te encuentra entre los humanos, no puedo hacer algo —dijo con severidad.
Mack levantó la mano desde el suelo, a punto de interrumpir, pero Mika lo fulminó con la mirada. En vano.
—¿Ni por qué ya llevé la primera marca? —murmuró con inocencia.
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La Espada de la Luna
Hombres LoboCleopatra no es una reina y definitivamente está muy lejos de serlo. Egoísta, problemática y manipuladora. Tres palabras para describirla recién llegada al Mundo Natural. Sin embargo, no muy lejos de su nuevo hogar la espera alguien cruel, salvaje...