Dulce Insomnio » Taekook

29: Orgullo de papi.

El reloj digital sobre el escritorio marcaba las 4:15 p. m., pero el tiempo parecía haberse congelado. La presión después de su "escapada romántica" pesaba en los hombros de Taehyung como una losa inamovible. Los rumores seguían expandiéndose como una mancha de tinta en un papel limpio, manchando todo a su paso, incluyendo su empresa. Pero no era eso lo que lo carcomía por dentro. Era Jungkook. La llamada rechazada horas atrás seguía martillando en su cabeza.

Quería saber cómo estaba. Quería escuchar su voz. Quería cualquier señal de que todavía había un espacio en el que pudiera respirar sin sentir que estaba asfixiándose.

El sonido de unos nudillos golpeando la puerta lo sacó de sus pensamientos.

—Adelante.

Ruby asomó la cabeza, su expresión mezclaba nerviosismo y determinación.

—Tae, hay otra rueda de prensa afuera. Quieren respuestas sobre los rumores del evento.

Taehyung suspiró, dejando caer la cabeza hacia atrás. Desde su asiento podía imaginar las cámaras y los micrófonos aguardando como buitres.

—No creo que hablar sea buena idea ahora mismo.

Ruby cruzó los brazos, inclinándose ligeramente hacia él.

—No creo que sea buena idea quedarte callado, tampoco. Esto no se va a detener por arte de magia, Taehyung. Si no dices algo, ellos van a inventarlo.

—Lo sé. —La frustración teñía su voz—. No sé si estoy listo para lidiar con esto ahora.

Ruby estaba a punto de responder, pero el sonido del teléfono interrumpió el momento. Taehyung, casi por instinto, tomó el aparato, esperando ver el nombre de Jungkook en la pantalla. En su lugar, un número conocido lo hizo fruncir el ceño.

—¿Es él? —preguntó Ruby con cuidado. Ella tenía intuición de que se trataba de la pareja de su jefe.

—No. Es mi padre.

La tensión en su rostro era evidente mientras presionaba el botón para contestar.

—Ruby... ¿puedes darme espacio? —su petición no quería sonar grosero.

—Está bien. —Ella lo miró una vez más antes de salir de la oficina, cerrando la puerta tras de sí.

—¿Qué pasa? —dijo Taehyung al otro lado de la línea, sin molestarse en suavizar su tono.

—¿Qué pasa? —La voz del señor Kim resonó con un enfado que Taehyung podía sentir como si estuviera allí mismo—. Eso es lo que quiero saber yo. ¿Qué demonios está ocurriendo con la empresa?

—No tengo control sobre lo que dicen los medios, padre.

—Eso es evidente. —La burla goteaba de cada palabra—. Esa fiesta ridícula y ahora esto. ¿Cómo permitiste que tu nombre y de mi empresa estuviera en medio de un escándalo?

Taehyung cerró los ojos, sintiendo cómo la ira comenzaba a bullir en su interior.

—Primero, no fui yo quien organizó esa fiesta, ni quien puso a los medios afuera de la empresa. Sabes que esas decisiones no pasan por mí.

—Entonces, ¿qué haces ahí? —La voz de su padre se volvió más dura, más cortante—. Si no puedes manejar una simple situación como esta, tal vez deberías considerar dejar tu puesto.

—Mi puesto —repitió Taehyung con un tono amargo—. Ese que nunca quise, ¿verdad? Ese que tú y mamá decidieron que sería mío, como si mi vida fuera un tablero de ajedrez para que ustedes jugaran.

El silencio al otro lado duró apenas un segundo antes de que el señor Kim explotara.

—¡Cuidado con cómo hablas! —rugió—. Si estás donde estás, es por nosotros. Todo lo que tienes, lo que eres, lo debes a esta familia.