Tarde varios días en despistar a la gente de Callum.
Me asegure una y otra vez que no me seguían, tomando todas la precauciones necesarias para proteger a Ángela.
Ansiaba verla de nuevo. Peinar sus cabellos negros mientras dormía, besar sus mejillas rosadas y odiar que el tiempo pasara tan rápido para nosotros.
Gael se había asegurado de mantenerlos a todos a salvo, escondiéndolos y cambiando de ubicación el tiempo que estuve con Callum.
Brian era nuestro único intermediario para encontrarnos. Ese chaval tenía en sus manos más poder del que tendría nadie nunca sobre mi, porque protegía a lo que más quería.
Logré llegar hasta ellos de madrugada, avisados por Brian de que iba a a aparecer.
Gael fue quien me abrió la puerta, con el arma preparada para disparar.
Mi corazón se aceleró al encontrarme con sus profundos ojos azules, tan intensos como zafiros pulidos.
-Has llegado-Suspiró bajando el arma-No sabíamos cuánto más ibas a tardar.
Tragué saliva, recordando la última vez que lo vi. Todo lo que sucedió entre nosotros, todo lo que desató ese encuentro.
Las palabras de Gael, que caían como rocas sobre mí ya muy cargada espalda.
-Lo necesario, ya lo sabes.
Proteger a nuestra familia era nuestra prioridad.
Se hizo a un lado, extendiendo el brazo para que me refugiara debajo de él al entrar en casa.
Apoye mi mano en su pecho firme, permitiéndome un momento para disfrutar de su calor.
-Te hemos echado de menos.
El plural me hizo cosquillas en el pecho, recordando lo ocurrido en el motel, como los sentimientos habían salido arañando las capas que me habían cubierto después de la muerte de Ángel.
Apenas pase el recibidor de la diminuta y discreta casa, que una espesa mata de cabello rubio me sacó de entre los brazos de Gael para abrazarme con fuerza.
Noté como su cuerpo temblaba al apretarme con sus escasas fuerzas, haciéndome suspirar. El olor dulce de su pelo a frutos del bosque, mezclado con el de su perfume, me hacía pensar en pastelitos y cupcakes.
-Ya estás en casa-Dijo con la voz ronca por el sueño.
Acaricie la melena rubia de Camille con paciencia, besándole la mejilla, pues tenía el rostro oculto en mi cuello. Me abrazaba como si me fuera a ir, cosa que no pretendía hasta después de unos días con ellos.
-Y tu despierta, cuando llevas muy mal el no dormir-Le reprendí apartándola por los hombros para examinarla-¿Dónde está?
Camille se hizo a un lado, comprendiendo que ellos no eran mi prioridad.
-Al final del pasillo-Me indico entre susurros.
La casita era pequeña y sencilla. Un pasillo cruzaba toda la casa, a la derecha estaba el salón, justo en frente la cocina. Un baño a la derecha, la habitación principal a la izquierda y al final la habitación de Camille y Angela.
Sabía que era la de ambas, pues a ellos poco de matrimonio les quedaba.
Abrí la puerta con sigilo, encontrándome a la pequeña dormida en el centro de la cama de matrimonio, cubierta por una gruesa manta que solo me permitía ver su cabello negro.
Había crecido mucho, estaba más mayor. Ya no le quedaba casi nada de bebé, casi parecía una niña.
Mi alma se agitó, deslizándome con el sigilo de un gato hasta la cama.
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Nyx
RomanceA la primera, Ciara, le arrebataron la inocencia, la protección, la seguridad, dando paso a La Mamba Negra una bestia sin corazón, remordimiento o alma que fragmentar. Tras el paso de llamas que la aplacaron, resurgió de sus cenizas Nyx, un ser perf...