𝐂𝐀𝐏Í𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐃𝐈𝐄𝐂𝐈𝐎𝐂𝐇𝐎

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𝟏𝟖 | 𝐃𝐄𝐒𝐀𝐏𝐀𝐑𝐈𝐂𝐈Ó𝐍

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𝟏𝟖 | 𝐃𝐄𝐒𝐀𝐏𝐀𝐑𝐈𝐂𝐈Ó𝐍

April corrió a través de los pasillos de la prisión, las lágrimas corrían por su rostro y bajos sollozos quebrados escapaban de su boca, perdiéndose en el fuerte golpe de sus pies contra el suelo. Podía escuchar los gritos de su padre a su espalda, pidiéndole detenerse, sin embargo, no lo hizo. En lo único en lo que podía pensar era en ella, en su madre.

Su mamá estaba muerta.

Su mamá la había abandonado.

Su mamá ya no estaría para ella.

¿Por qué? Ella se lo había prometido. Le había dicho que estarían siempre juntas. Que la cuidaría. Pero ya no estaba. Había muerto y ella no había tenido la oportunidad de despedirse, de decirse que la amaba demasiado. Sollozó, incapaz de contener su llanto. Restregó sus ojos, tropezando con sus pies y cayendo de bruces al suelo. Gritó de dolor al sentir un ardor en su rodilla derecha. Soltó su arco y flechas con brusquedad, para luego revisar su herida.

Rebuscó en los bolsillos de su chaqueta hasta dar con un pequeño trapo blanco y lo envolvió alrededor de su herida, llorando. Le dolía demasiado. Se deslizó en el suelo, apoyando su espalda contra la pared y abrazó sus rodillas, recostando su frente en sus brazos mientras las lágrimas seguían fluyendo y los sollozos que salían de su boca aumentaban de nivel.

Su mano tanteó nerviosa el collar que colgaba en su cuello, mismo que su madre le había regalado meses antes de que el apocalipsis iniciara.

Se encontraba en su habitación, sentada en el pequeño sofá que tenía junto a la ventana que daba vista al exterior de la casa. En su regazo se encontraba uno de sus libros favoritos, mismo que había leído más de diez veces. El lugar se encontraba en silencio, siendo roto únicamente por el suave golpeteo de su pie contra el suelo.

Su tío Negan no se encontraba, había salido junto a Lucille a una de sus terapias y su madre estaba en el piso inferior, terminando de preparar la cena. Al menos, eso era lo que ella crecía hasta que escuchó sus pasos en las escaleras. Unos suaves toques en la puerta de su habitación la distrajeron de su lectura. Levantó la mirada, curiosa.

Siento mucho interrumpir tu lectura, cariño— su madre se disculpó, mientras apoyaba su peso bajo el marco—. ¿Tienes un momento?

Para ti siempre, mami— le respondió,. Su mamá le sonrió en respuesta y le hizo una pequeña seña con la mano, antes de tomar asiento en su cama. April se apresuró a sentarse a su lado—. ¿Qué sucede?

Ayer mientras te llevaba al colegio me di cuenta de que no te había dado regalo por tus nueve años— suspiró, estirando su mano para colocar un mechón castaño detrás de su oreja.

Bueno, tu estabas en el ejército cuando yo cumpli años— explicó la menor con tranquilidad—. Además, no necesitas darme un regalo. El que estás aquí, con vida, es suficiente.

𝐀𝐏𝐎𝐂𝐀𝐋𝐈𝐏𝐒𝐈𝐒 ➸ 𝐑𝐢𝐜𝐤 𝐆𝐫𝐢𝐦𝐞𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora