capitulo 14

99 11 2
                                    

Estaba sentado bajo la sombra de un árbol solitario, con la vista fija en lo que quedaba de Konoha. Desde mi posición podía ver los tejados caídos, los escombros regados como si una tormenta los hubiera arrancado del suelo, y a la gente moviéndose como hormigas, levantando lo poco que quedaba.

Naruto no estaba conmigo. Había salido temprano esa mañana, diciendo que debía ayudar con la reconstrucción. Me lo imaginé con su energía inagotable, cargando vigas, animando a los demás con esa sonrisa que parecía capaz de iluminar incluso los días más oscuros.

El sonido de pasos me sacó de mis pensamientos. Al principio no le presté atención, pero entonces noté que los pasos se detuvieron justo a unos metros de mí.

—Así que eres Sasuke Uchiha.

Levanté la mirada lentamente y vi a un chico delgado, de piel muy pálida, con ojos negros tan vacíos que parecían pozos sin fondo. Me resultaba vagamente familiar. Creo que su nombre era Sai, uno de los compañeros actuales de Naruto.

—¿Qué quieres? —pregunté con desinterés, volviendo la vista al horizonte.

Sai no se inmutó. Dio un par de pasos más y se sentó a una distancia prudente, como si no quisiera invadir demasiado mi espacio.

—Naruto me pidió que no fuera tan directo contigo, pero eso no es lo mío —dijo con su tono monótono—. Quiero entender por qué estás aquí, Sasuke.

Fruncí el ceño, pero no respondí. Sai continuó como si mi silencio no significara nada.

—He visto cómo se esfuerza por ti. Naruto... ha dado todo para tenerte aquí, para traerte de vuelta. Incluso cuando los demás pensaban que no valía la pena, él nunca dejó de creer.

Su tono era neutral, pero sus palabras golpearon más fuerte de lo que esperaba.

—Ese chico, el que llaman "el idiota" —continuó, haciendo un gesto leve con las manos—, es capaz de cargar con todo el peso del mundo solo para asegurarse de que tú estés bien. Es capaz de recibir palizas por tí.

Sentí un nudo formarse en mi garganta, pero no dije nada.

—A veces me pregunto si lo valoras —añadió, poniéndose de pie—. Pero supongo que esa es una pregunta que solo tú puedes responder.

Sai se marchó, sus pasos perdiéndose entre el ruido del bosque. Me quedé ahí, mirando el vacío frente a mí, sus palabras resonando en mi mente.

"Naruto... ha dado todo para tenerte aquí", "ha recibido palizas por tí".

—Tonto… —murmuré casi sin darme cuenta—. Hay dobe.

—Hacía años que no me llamabas así.

Mi cuerpo se tensó al escuchar esa voz tan familiar detrás de mí. Giré la cabeza lentamente, y ahí estaba. Naruto, parado con las manos en los bolsillos, con una expresión tranquila, pero con esos ojos azules clavados en mí como si intentaran leer todo lo que pasaba por mi mente.

—¿Cuánto tiempo llevas ahí? —pregunté, volviendo la mirada al frente para no enfrentar esos ojos que siempre lograban desarmarme.

—El suficiente —respondió con una sonrisa que, aunque ligera, llevaba un dejo de cansancio.

Naruto caminó hasta colocarse frente a mí, cruzando los brazos mientras me miraba.

—¿Por qué sigues aquí, Sasuke? —preguntó, su tono más serio esta vez—. Podrías haberte ido hace días, pero sigues en Konoha.

No respondí de inmediato. En parte porque no tenía una respuesta clara, y en parte porque no quería admitir que tal vez no quería irme.

—¿Qué importa? —respondí al fin, intentando sonar indiferente.

Naruto suspiró y se dejó caer al suelo frente a mí, sentándose con las piernas cruzadas.

—Me importa a mí. Siempre me ha importado.

Esas palabras, tan simples y directas, perforaron las defensas que había construido a lo largo de los años.

—Naruto… —comencé, pero mi voz se quebró antes de poder continuar.

Él no dijo nada más. Simplemente se quedó ahí, observándome, esperando. Había algo en su mirada, algo que siempre había estado ahí pero que yo nunca había querido reconocer: una mezcla de paciencia, esperanza y algo más profundo que no podía nombrar.

—Eres un idiota —murmuré finalmente, con la voz áspera.

Naruto sonrió, esa sonrisa que parecía poder arreglar todo, incluso cuando todo estaba roto.

—Sí, ya me lo has dicho antes.

El silencio que siguió no fue incómodo. Por primera vez en mucho tiempo, sentí que no tenía que decir nada, que simplemente estar ahí era suficiente.

Eres mi camino del ninja Donde viven las historias. Descúbrelo ahora