**Capítulo 10: La Resiliencia del Equipo**
El amanecer en Tailandia trajo consigo una luz dorada que iluminaba el centro de atención. Kara despertó con el sonido distante de ambulancias y la actividad constante que caracterizaba el lugar. Mientras se estiraba y se preparaba para el día, sintió una mezcla de cansancio y determinación. Había mucho trabajo por hacer, y sabía que cada día presentaría nuevos desafíos.
Se reunió con el equipo en la sala de operaciones temporales. Lena ya estaba revisando los informes de los pacientes que habían atendido la noche anterior. La sala estaba llena de energía, y Kara pudo ver que cada uno de ellos había pasado la noche reflexionando sobre lo que habían vivido.
—Bien, equipo, hoy tenemos que mantener el ritmo. Hay un aumento en la llegada de pacientes, y debemos estar listos para lo que venga —dijo Lena, su voz firme y clara—. Vamos a dividirnos en grupos nuevamente. Kara y Nia, ustedes seguirán en triage. Breniac y Emet, se encargarán de la sala de operaciones. La comunicación es clave, así que no duden en informarse sobre el estado de los pacientes.
Kara asintió, sintiendo que la determinación del equipo crecía. Sabía que cada uno de ellos estaba comprometido a hacer todo lo posible para ayudar a quienes lo necesitaban.
A medida que se instalaban en sus respectivas áreas, Kara y Nia se prepararon para recibir a los pacientes. La sala de triage se llenó rápidamente con heridos que llegaban en camillas, algunos con lesiones graves y otros con heridas menos críticas. La clave era priorizar la atención.
—Mira, este hombre tiene una herida en el abdomen. Necesitamos estabilizarlo antes de que lo lleven a la sala de operaciones —indicó Kara, su voz serena y decidida.
Nia se acercó al hombre, su expresión llena de empatía.
—Hola, soy la doctora Nia. Vamos a ayudarte. Necesitamos hacer algunas pruebas para asegurarnos de que estés bien —dijo, intentando calmar al paciente mientras Kara se movía rápidamente para preparar los suministros.
Mientras trabajaban, la sala de triage se convirtió en un torbellino de actividad. La habilidad de Kara y Nia para comunicarse y coordinar sus esfuerzos fue fundamental. Cada paciente era un recordatorio del dolor y la lucha que enfrentaban, pero también de la esperanza que ofrecían.
En la sala de operaciones, Breniac y Emet se encontraban en medio de una cirugía complicada. La tensión era palpable mientras se enfrentaban a un flujo constante de heridos. La comunicación entre ellos era crucial, y ambos sabían que la velocidad y la precisión eran esenciales.
—Necesito que prepares una transfusión rápida para este paciente. Está perdiendo mucha sangre —dijo Breniac, concentrado en su trabajo.
—Voy a por ella. No te preocupes, lo tenemos bajo control —respondió Emet, moviéndose rápidamente para cumplir con la solicitud.
Mientras tanto, en la sala de triage, Kara se sintió abrumada por la cantidad de pacientes que llegaban. Cada uno tenía una historia, una vida que había sido interrumpida por la violencia y el caos que los rodeaba.
—Kara, necesitamos que te enfoques. Estamos aquí para ayudar, y cada paciente cuenta —le recordó Nia, notando la ansiedad en el rostro de su compañera.
Kara respiró hondo y asintió.
—Tienes razón. Vamos a hacer esto. Cada uno de ellos merece nuestra atención —dijo, sintiéndose renovada por el aliento de Nia.
Con renovada determinación, continuaron evaluando a los pacientes, priorizando a los más críticos y asegurándose de que recibieran la atención necesaria. La coordinación entre ellas se volvió más fluida a medida que avanzaba el día. Era un baile entre el caos y el orden.