**Capítulo 15: Momentos Inesperados**
Después de una larga jornada en el hospital, Kara y Lena decidieron que necesitaban un momento a solas. Se escabulleron a la sala de descanso, un lugar que solía ser tranquilo, y donde podían relajarse y disfrutar de la compañía de la otra. El ambiente estaba cargado de emoción y energía, y ambas se sentían más unidas que nunca.
Una vez en la sala, la tensión entre ellas se convirtió en un instante de pasión. Las risas se convirtieron en susurros, y rápidamente, el pequeño espacio se llenó de un aire de intimidad. Sin embargo, en medio de la emoción, ocurrió un pequeño accidente que las dejó en una situación inesperada.
Mientras intentaban encontrar una posición cómoda, se dieron cuenta de que, en su entusiasmo, habían quedado pegadas de una manera poco convencional. Fue un momento de sorpresa, seguido de risas nerviosas.
—Esto es... definitivamente no lo que tenía en mente para nuestra escapada —dijo Kara, tratando de contener la risa mientras miraba a Lena.
—No puedo creer que esto esté pasando, ¡es tan ridículo! —respondió Lena, con una mezcla de vergüenza y diversión en su rostro.
Justo en ese instante, la puerta se abrió de golpe, y entraron Samanta y Alex, la hermana de Kara. Las dos se detuvieron en seco al ver a Kara y Lena en esa situación extraña.
—¡Oh, vaya! Esto es... inesperado —dijo Samanta, conteniendo la risa—. ¿Qué están haciendo exactamente?
Kara y Lena intercambiaron miradas de sorpresa, pero pronto la incomodidad se convirtió en risas.
—Solo estábamos tratando de ser... creativas —dijo Kara, intentando mantener la compostura, aunque las mejillas le ardían de vergüenza.
Alex se acercó, con una sonrisa traviesa en su rostro.
—Parece que se han pegado un poco más de lo que esperaban. ¿Necesitan ayuda o algo? —bromeó, provocando que tanto Kara como Lena se rieran a carcajadas.
—No, gracias. Creo que podemos manejarlo... eventualmente —respondió Lena, aún riendo mientras intentaba liberarse sin éxito.
Samanta se unió a la broma, apoyándose en la puerta.
—¿Sabían que esto podría ser un nuevo tipo de terapia? "Despegue emocional" o algo así —dijo, riéndose junto a Alex.
Kara se tapó la cara con las manos, sintiendo la risa contagiosa de todos en la habitación. A pesar de la vergüenza inicial, no podía evitar disfrutar del momento.
—Prometemos que no volverá a pasar... al menos no de esta forma —dijo Kara, con una sonrisa traviesa en sus labios.
Finalmente, después de varios intentos y muchas risas, lograron despegarse. Se acomodaron, intentando recuperar la compostura, pero la situación se había convertido en una anécdota que las cuatro recordarían.
—Definitivamente, esto será una buena historia para contar —dijo Lena, sonriendo mientras se arreglaba la ropa.
—Sí, y una lección sobre ser más cuidadosas —agregó Kara, riéndose—. Pero, en serio, ¿quién puede decir que se quedó pegado de esa manera?
Las risas continuaron mientras el ambiente se relajaba. Samanta y Alex se unieron a las bromas, y el resto de la tarde se llenó de risas y complicidad. Era un momento que, aunque inesperado, fortaleció aún más su vínculo.
Con el tiempo, Kara y Lena aprendieron a valorar no solo los momentos serios, sino también aquellos llenos de risas y sorpresas. Y aunque su relación seguía siendo un secreto, momentos como ese les recordaban que, a pesar de las dificultades, siempre habría espacio para la alegría y la conexión
Las risas continuaron en la sala de descanso, pero Alex, con su sentido del humor afilado, decidió llevar la broma un paso más allá.
—Oye, en serio, no puedo creer que tu miembro se haya quedado pegado, Lena —dijo Alex, con una risa burlona, mientras miraba a su hermana y a Lena, disfrutando del momento.
Kara, sintiéndose cada vez más avergonzada, intervino rápidamente.
—Alex, por favor, no comentes nada con nadie sobre esto, ¿vale? —dijo, mirando a su hermana con una mezcla de súplica y nerviosismo—. Y, por favor, dile a Samanta que es tu novia que no diga nada. Me siento un poco... ya avergonzada de que tú sepas esto. Eres mi hermana y eso sería suficiente con lo que los demás supieran.
Alex levantó las manos en señal de rendición, aunque la risa aún brillaba en sus ojos.
—Está bien, está bien. Prometo no decir nada. Pero, vamos, esto es demasiado divertido como para no compartirlo en algún momento. Solo intentaré que suene menos... explícito —dijo, intentando contener la risa.
Lena, aliviada por la promesa de Alex, se unió a la conversación con una sonrisa burlona.
—Gracias, Alex. Pero no te preocupes, no necesito que se convierta en un chisme de hospital. Esto ya es lo suficientemente embarazoso —dijo, sintiendo que el color de sus mejillas aún no había desaparecido.
—Tienes razón —respondió Alex, con una sonrisa—. Pero, en serio, esto es un gran recordatorio de que a veces, las cosas no salen como uno espera. Y eso es parte de la vida, ¿no?
Kara asintió, sintiéndose un poco más tranquila. A pesar de la incomodidad del momento, había algo refrescante en poder compartir risas con su hermana y su cuñada.
—Sí, es cierto. La vida está llena de sorpresas, y a veces esas sorpresas son un poco... pegajosas —dijo Kara, soltando una risa nerviosa.
Samanta, que había estado escuchando desde la puerta, decidió intervenir.
—¿Puedo preguntar qué es tan pegajoso? —dijo, cruzando los brazos y con una sonrisa traviesa en el rostro.
Kara y Lena intercambiaron miradas de complicidad antes de que Lena hablara.
—Nada que no podamos manejar, Samanta. Solo un pequeño incidente que no necesita más atención —dijo, tratando de mantener la situación ligera.
Samanta levantó una ceja, pero entendió la necesidad de mantener el secreto.
—De acuerdo, pero si alguna vez necesitan ayuda para despegarse de una situación "pegajosa", saben dónde encontrarme —dijo, riendo mientras se acercaba a ellas.
Las risas llenaron nuevamente la sala. Aunque la situación había sido incómoda, también había creado un momento de conexión entre ellas. A medida que la conversación continuaba, Kara, Lena, Alex y Samanta compartieron historias y bromas, dejando atrás el momento vergonzoso.
Finalmente, después de que las risas se calmaron un poco, Kara miró a Lena y a sus hermanas.
—Gracias por no hacer de esto un gran asunto. Realmente aprecio que puedan reírse conmigo, y no a mi costa —dijo, sonriendo con gratitud.
—Siempre estaremos aquí para ti, sin importar lo que pase —dijo Alex, dándole una palmadita en la espalda.
Y así, el pequeño incidente se convirtió en una anécdota que atesorarían, un recordatorio de que, a pesar de las complicaciones y los secretos, el amor y la amistad siempre encontrarían una manera de brillar, incluso en los momentos más inesperados.