capitulo veinticinco

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.MINNIE;

JUNGKOOK ME ESTABA ESPERANDO CUANDO SALÍ DE CLASE.

Apoyado en su lujoso auto
deportivo con los brazos cruzados, con el aspecto de una versión villana de Jake de Dieciséis
velas.

Durante medio segundo, pensé en intentar mezclarme con la multitud de estudiantes y
escapar por el patio. Las imágenes de él conduciendo sobre el bordillo y persiguiéndome por
el césped aparecieron en mi cabeza y aplastaron al instante esa idea. Al acercarme a él, incliné la cabeza hacia un lado y lo observé de pies a cabeza. Su cabello negro estaba todavía un poco
mojado, así que debía de haber ido a casa a ducharse y luego había vuelto a por mí.

—Tengo otra clase.

Sonrió.

—Está bien. ¿Está a poca distancia o te llevo en auto?

Dejé escapar un suspiro exagerado mientras estrechaba la mirada.

—¿No tienes un trabajo al que debes ir?

Sonrió.

—Una de las muchas ventajas de ser traficante de armas es que puedes hacer tu propio
horario. —

Entonces se apartó del auto y abrió la puerta del pasajero. Haciendo un gesto de barrido con el brazo, dijo

—: Su carroza lo espera..

Traficante de armas. Lo  dijo de forma tan casual, como si acabara de decir contable o empresario.

Golpeé mi pie.

—¿Tengo alguna opción?

Negó con la cabeza.

—La verdad es que no. —

Luego se inclinó para susurrar contra mis labios

—: Pero me alegrarías el día si intentaras resistirte. —

Luego me besó la comisura de la boca y se echó hacia atras, mirándome fijamente con una ceja levantada.

Mis muslos se apretaron mientras una deliciosa oleada de placer recorría mi cuerpo por su
sensual amenaza.

Maldito sea.

En un esfuerzo por borrar la mirada arrogante de su rostro, pregunté:

—¿Qué son las palabras tatuadas sobre tu polla?

Parpadeó ante mi brusco cambio de tema. Su mandíbula se torció hacia la derecha mientras
miraba brevemente hacia otro lado. Lo sabía. Muy pocos hombres se tatuaban ahí y no vivían
para lamentarlo. Y no se lo recortó para hacerlo más visible, lo que significaba que debía ser
algo vergonzoso.

Inhaló y luego exhaló lentamente.

—Es algo que me hice hace mucho tiempo.

Me encogí de hombros.

—Recuerdo las letras cirílicas. Siempre puedo buscarlo yo mismo.

—Si te lo digo, ¿te meterás en el auto como un buen chico?

Asentí con la cabeza. Me imaginé que esto sería bueno, pero su respuesta superó mis
sueños más salvajes.

Suspiró.

—Dice Mr. Big
.
Me tapé la boca para reprimir un ladrido de risa.

—¿Qué?

Se frotó los ojos.

—Estaba borracho. «Sexo en la ciudad» era nueva en Italia ... y había una chica.

Me doblé de risa.

—¡Dios mío, no puedo respirar!

Él retorció su puño en mi cabello y me levantó. Tirando de mi cabeza hacia atrás, gruñó
juguetonamente:

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