39-Cisnes bajo amenaza

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Él estaba allí.

El hombre que durante tantos años había actuado como mi padre, sentado en el sofá con la tranquilidad de quien no tiene nada que ocultar. Al vernos, se levantó lentamente, pero no había calidez en su mirada, ni remordimiento. Solo una fría calma que me hizo estremecer.

-Mirad quiénes han vuelto -dijo, su tono condescendiente mientras sus ojos se clavaban en mi madre.

Mi madre se tensó de inmediato, su rostro endurecido por una mezcla de ira y sorpresa.

-¿Qué estás haciendo aquí? -preguntó, avanzando hacia él.

Él soltó una risa seca, como si la pregunta le pareciera absurda.

-Esta también es mi casa, ¿no? O al menos, lo fue durante todos estos años -respondió, cruzándose de brazos.

Ryan, que estaba a mi lado, dio un paso adelante, pero yo lo detuve con una mirada. Esto era algo que necesitábamos enfrentar nosotras.

-Mamá, ¿qué está pasando? -pregunté, aunque ya intuía que la respuesta no me gustaría.

Ella se giró hacia mí, sus labios apretados en una línea tensa antes de volver a mirar al hombre que había llamado esposo durante tanto tiempo.

-Quiero respuestas -dijo ella, su voz firme-. ¿Qué hiciste? ¿Qué es lo que realmente estabas haciendo todo este tiempo?

Él la miró durante un momento, como si estuviera evaluando si valía la pena mentir. Finalmente, dejó escapar un suspiro y su expresión cambió. Era casi como si estuviera aliviado de no tener que fingir más.

-Está bien -dijo, con una frialdad que me heló la sangre-. No tiene sentido seguir ocultándolo. Fui cómplice de tu padre, de sus negocios, de todo. Estuve a su lado desde el principio, ayudándolo a mantener todo en orden mientras tú vivías tu vida creyendo que podías escapar de él.

Mi madre dio un paso atrás, como si sus palabras la hubieran golpeado físicamente.

-¿Qué? -susurró, su voz quebrándose.

Él continuó, implacable.

-No solo eso. Mientras tú estabas ocupada intentando ser una madre, yo me aseguré de que fallaras. Le susurré al oído a tu padre, le di ideas, manipulé tus pensamientos para que vieras a Kaia como un problema en lugar de como tu hija. Todo lo que hice fue para mantener el control, porque eso era lo que importaba: el poder.

Mis manos se apretaron en puños, la rabia creciendo dentro de mí con cada palabra que salía de su boca. Ryan puso una mano en mi hombro, como si supiera que estaba al borde de explotar.

-Y tú... -dijo, girándose hacia mí con una sonrisa desagradable-. Siempre tan rebelde, tan imposible de controlar. ¿De verdad pensabas que me importabas? No fuiste más que un obstáculo para todo lo que intentábamos construir.

No pude contenerme más. Di un paso hacia él, mi mirada afilada como una daga.

-Siempre lo supe -dije, mi voz baja pero cargada de desprecio-. Nunca fuiste más que una figura vacía para mí. No te respeté ni un solo día de mi vida. Lo único que sentí por ti fue decepción y pena. Pena porque, a pesar de todos tus esfuerzos por parecer importante, no eres más que un peón en el juego de alguien más.

Él pareció sorprendido por mi dureza, pero intentó mantener su postura arrogante. Mi madre, sin embargo, ya no podía contener su ira.

-¡Me usaste! -gritó, avanzando hacia él-. ¡Usaste mi miedo, mi dolor, para destruir la relación con mi hija! ¿Cómo pudiste? ¿Qué clase de persona hace algo así?

Alma Oscura [Sombras Del Pasado I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora