Extra #2

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Expandirnos.

Charlotte.

El estrés de la boda me tenía de allá para acá, hace una semana había terminado mi gira por toda américa y europea agotando mis energías notablemente, aunque el cariño y apoyo del público había sido extraordinario. Ahora que volvía a tener tiempo libre me dedicaba a reunirme cada que podía con la coordinadora de eventos que habíamos contratado para la boda, verificando y aprobando todo lo que nos gustaba a Eros y a mí para nuestro día; tratando de no dejar de lado en ningún segundo mis estudios universitarios, sin duda eran unos días bastante ajetreados y cargados de estrés.

Pero había algo fuera de lo normal que me estaba agotando mucho más rápido de lo común, pensaba que era la presión de estar haciendo tantas cosas a la vez pero ¿Y sí no era eso?

Sin embargo ese pequeño malestar se veía opacada por querer asegurarme de mirar cada detalle de la boda, la comida, la decoración, las flores, el salón; quería estar al tanto de cada cosa, era inevitable no estar pendiente de todo y tener la cabeza en un millón de cosas a la vez. En la tarde sería la primera prueba de vestido y estaba súper emocionada, yo misma había hecho el diseño y ya estaban trabajando en él.

Eros había estado presente en cada momento igual que yo, queríamos que ambos estuviéramos de acuerdo en todo por que al fin de cuentas sería un día especial para los dos, todavía no podía creer que me casaría en menos de dos meses, cada vez que miraba el anillo en mí mano una sonrisa se forma en mis labios sin poder evitarlo, en menos de dos meses estaría casada con el amor de mi vida.

Recuerdo como si fuera ayer la primera vez que lo mire, mi papá todavía no había tenido esa cena en donde conocimos a su familia, estaba con Evan jugando al frente de nuestra casa, los dos en nuestras bicicletas cuando llegaron a la calle varios niños jugando con un balón.

Logan y Eros eran parte de esos niños, los demás también eran vecinos, jugando entre ellos pasándose un balón con los pies y riendo a carcajadas sonoras; pronto Evan dejó la bicicleta para unirse a los niños, dejándome sola dando vueltas alrededor de la casa. Luego de un rato me aburrí de estar sola así que baje de la bicicleta para sentarme en las escaleras de casa pero tan pronto como me senté un balón vino directo a mi frente golpeándome bastante fuerte.

-¡Auch! — me queje de aquel golpe, sobándome la frente mientras mis ojos se llenaban de lágrimas.

-¿Estás bien? Disculpa a mis amigos a veces son muy bruscos — el niño de mirada oscura se acercó a mi secando con sus dedos mis lágrimas, dándome una sonrisa tranquilizadora que me hizo olvidar del dolor en mi frente.

-Sí estoy bien, sólo que dolió un poco — Dije por lo bajo con bastante timidez sintiendo mis mejillas arder por su mirada intensa sobre mí.

-Eres una niña muy valiente ¿Cómo te llamas?— su tono de curiosidad era evidente, mientras los niños seguían jugando.

-Charlotte ¿Y tú? — mi voz apenas era audible, no era mucho de hacer amigos tan rápido, me sentía más cómoda con las amigas que ya tenía en el el vecindario; nunca se me había acercado un niño sólo niñas.

-Soy Eros, por cierto tienes un lindo nombre — volvió a sonreír hacía mí detallando su sonrisa puede ver que le faltan dos dientes lo que me hizo reír un poco.— ¿Eres de aquí? — siguió indagando con su ojos fijos en mí, sus cachetes también están rojos como una manzana, era muy tierno.

-Algo así...— me encogí de hombros sin saber muy bien como explicarle, él me miró con más curiosidad que antes bastante interesado por saber más de mí — Mí papá es de Italia, mi mamá de Venezuela y yo nací en Venezuela pero vivimos aquí desde hace mucho así que soy Italovenezolana — el niño de nombre raro asintió lentamente haciéndome dudar de sí en verdad había entendido mi explicación. — ¿Si entendiste? — volvió a afirmar pero está vez de manera segura.

La maravilla de su sonrisa y lo oscuro de sus ojos [#1 Libro]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora