Después de recibir el ramo de rosas, levanté la mirada, con una expresión de gratitud y amor en mi rostro. Pero cuando busqué a Astrid con la mirada, no la encontré. Miré en todas las direcciones, pero Astrid parecía haberse desvanecido en el aire. Me sentí confundida y un poco asustada, y mi mirada se posó en Mariana, buscando una explicación.
—Pero parece que Astrid no compartía esa opinión —agregó Mei con tristeza.
—Astrid se fue hace poco, dijo que no podía manejar el dolor y la culpa. Que te amaba, pero que no podía seguir adelante.
Me sentí como si le hubieran quitado el aire de los pulmones. Mi mirada se posó en el suelo, y me sentí como si estuviera cayendo en un abismo sin fondo. La idea de que Astrid me hubiera abandonado era demasiado para mí.
Negué con la cabeza una y otra vez, llorando desconsoladamente. Incapaz de aceptar que Astrid me había abandonado así, sin siquiera una explicación. Yo esperaba una pedida de matrimonio, no que me abandonara. La ilusión y la felicidad que había sentido apenas minutos antes se habían esfumado, reemplazadas por un dolor y una tristeza que parecían no tener fin.
Lorena apareció a mi lado, con una expresión de tristeza en su rostro. —Selena, lo siento —dijo Lorena, su voz temblando—. Astrid no quería que por su culpa terminaras mal. Siente que debe dejarte ir porque tiene miedo de hacerle daño de nuevo.
Mi rostro mostraba mi corazón destrozado. Estaba devastada. La idea de que Astrid me había abandonado por miedo a hacerme daño era imposible de soportar.
Adriana se acercó a mí, con lágrimas en los ojos. —Selena, lo siento —dijo Adriana, su voz llena de arrepentimiento—. Astrid nos pidió que te distrajeramos antes de ir al muelle e irse.
Levanté la mirada, y mi expresión cambió de tristeza a determinación. Ahora sabía dónde estaba Astrid, y no la dejaría ir sin luchar. A pesar de sentirme abandonada y herida, me negaba a rendirme. Yo no permitiría que Astrid se alejara de mí sin una explicación, sin una oportunidad de hablar las cosas.
Con una resolución renovada, salí corriendo del lugar, dejando atrás a las demás, que solo me miraban irme con expresiones de tristeza y arrepentimiento. El ramo de rosas que Mariana me había entregado momentos antes cayó al suelo, y algunos pétalos se desprendieron de las rosas, como si simbolizaran la fragilidad del amor que Astrid y yo compartíamos.
Pero yo no me detuve. Ya había perdido su voz, pero no perdería al amor de su vida. Con determinación y amor en su corazón, Selena corrió hacia el aeropuerto, decidida a encontrar a Astrid y a luchar por su amor.
Sabía que estaba muy lejos de ese lugar, pero no me sentía cansada, yo no la dejaría ir con tanta facilidad.
No quería cansarme, pero mi respiración cada vez se hacia más pesada, ¿y si la perdía nuevamente para siempre?
Sin embargo, las mismas personas que me habían dado aquella dolorosa noticia fueron las que aparecieron para ayudarme a llegar al muelle.
No me negué, a pesar de que estaba algo frustrada con todos ellos, tenía que aprovechar. Me subí con una prisa que incluso a mí misma me sorprendió.