Capitulo 18

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Finalmente llegó diciembre, y el aire festivo se sentía en cada rincón, pero para Lisa, esta época traía consigo una mezcla de emociones. Era la primera Navidad que pasaba con las chicas, y aunque todo parecía perfecto en la superficie, había algo más que rondaba su mente.

Unos días antes de la víspera de Navidad, Lisa tomó una decisión en silencio: dejaría una gran cantidad de juguetes y ropa en varios orfanatos. Sin buscar reconocimiento ni admiración, simplemente quería que aquellos que tenían menos recibieran un poco de felicidad. Sin embargo, había un lugar que ocupaba un espacio especial en su corazón: el orfanato de Miami.

—Promesas son promesas —murmuró para sí misma, sentada en su oficina.

Las cartas de los niños del orfanato de Miami habían llegado a sus manos. Cada carta parecía pesar como una piedra sobre su pecho. Niños escribiendo con letras torcidas y esperanzadas, pidiendo algo más grande que juguetes o ropa: una familia.

Lisa pasó sus dedos por el papel desgastado de una de las cartas mientras una triste sonrisa se dibujaba en su rostro. Sus ojos se oscurecieron con una sombra nostálgica, como si cada palabra escrita removiera memorias del pasado, heridas que aún no sanaban por completo.

—Leo, no puedo... esto es muy triste... —Karina, quien había entrado con una caja de cartas adicional, dejó escapar un sollozo, sin poder contenerse más. Las lágrimas resbalaban por su rostro.

Lisa levantó la mirada de las cartas y la observó, su expresión serena pero cargada de una melancolía difícil de descifrar. Se levantó lentamente, caminando hacia Karina con pasos suaves.

—No llores, Karina. No ayuda en nada

—¿Cómo puedes estar tan calmado? Leo, ellos solo quieren amor... ¿Cómo es posible que niños tan pequeños pasen Navidad así? —susurró Karina, limpiándose las lágrimas.

Lisa no respondió de inmediato. Miró por la ventana, donde la ciudad seguía su curso iluminada por las luces navideñas. En su pecho, la tristeza y la impotencia crecían como un nudo.

—Porque el mundo no siempre es justo, Karina. Pero podemos hacer algo al respecto, ¿no crees? —respondió con suavidad.

Días después, Lisa partió en un viaje a Miami con el propósito de cumplir su promesa. En silencio, cargó con bolsas llenas de juguetes y ropa, pero también con un peso invisible en el corazón.

Al llegar al orfanato, los niños corrieron a su encuentro, emocionados al ver los regalos. Las sonrisas llenaban el lugar como pequeñas luces en la oscuridad, pero Lisa no podía ignorar las miradas esperanzadas que buscaban algo más en sus ojos.

—Gracias por venir, señor Leo... —dijo una niña pequeña, Haewon, abrazando con fuerza una muñeca nueva.

Lisa se agachó a su altura, sonriendo con ternura.

—¿Sabes? No tienes que agradecerme, pequeña. Siempre puedes contar conmigo.

Mientras la niña corría junto a los demás, Lisa observó el orfanato en silencio. En ese momento, sintió un vacío profundo y un susurro en su interior, como si su propia historia y la de los niños se entrelazaran en una única verdad. No importaba cuántos juguetes llevara o cuánto intentara ayudar, el anhelo de una familia era un vacío difícil de llenar.

Finalmente, antes de marcharse, Lisa se tomó un momento para ella sola, de pie bajo un árbol adornado con luces improvisadas. El frío de Miami no era nada comparado con el invierno de su alma.

—Ojalá pudiera darles más... —susurró al viento, mientras su mirada se perdía entre las estrellas.

Sin darse cuenta, Karina, quien la había acompañado en el viaje, la observaba a lo lejos. Por primera vez, entendía lo que "Leo" intentaba ocultar tras su fachada de seguridad y bromas: un corazón enorme, lleno de cicatrices, y un deseo inquebrantable de hacer el mundo un poco mejor.

Marry me?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora