Lisa llegó a la mansión después de aquel agotador campamento, donde lo inesperado y lo caótico fueron la norma. Aún sentía los efectos del cansancio acumulado, pero, sobre todo, estaba atormentada por pequeños flashes de recuerdos borrosos de la noche en la que bebió más de lo debido.
Abrió la puerta de la mansión con lentitud, solo para encontrarse con su madre, Somchit, sentada en el sofá de la sala con una sonrisa sospechosa en los labios.
—Oh, ¿ya llegaste, "Leo"? —preguntó su madre con tono burlón, cruzando las piernas con elegancia.
Lisa, aún con el bolso colgado del hombro, murmuró con voz ronca:
—Hola, mamá... No empieces, por favor.
Somchit la ignoró y continuó hablando, más divertida que nunca:
—Te ves... ¿cómo decirlo? ¿Un poco más adulta, tal vez? —preguntó con falsa inocencia—. ¿Acaso "Leo" ya tuvo su primer beso?
Lisa, que acababa de dejar su bolso en el suelo, se congeló por completo. La pregunta de su madre cayó como un rayo inesperado.
—¿¡Qué!? —exclamó, girando su cabeza hacia Somchit con los ojos muy abiertos.
—No me mires así —respondió Somchit con una risita traviesa—. Tu padre y yo también fuimos jóvenes. ¿O acaso crees que no me entero de los rumores? —La mirada de Somchit era tan aguda como divertida—. Tus empleados dijeron que estabas demasiado cariñoso en el campamento.
Lisa tragó saliva, sintiendo el calor subir hasta sus orejas. En su mente, un flash de la imagen borrosa de Irene apareció de golpe. "Demonios... no puede ser."
—Yo... no sé de qué hablas —respondió torpemente mientras recogía el bolso del suelo, intentando huir hacia las escaleras.
Pero Somchit, disfrutando al máximo el momento, no la dejó escapar tan fácil.
—Oh, no, no —dijo levantándose y acercándose con paso lento—. ¿Por qué te estás sonrojando, querido "Leo"? —preguntó burlona, inclinándose ligeramente para observar a su hija que, sin remedio, se había quedado inmóvil.
Lisa, incapaz de soportar la mirada curiosa de su madre, se dejó caer sobre el sofá y escondió el rostro entre ambas manos, murmurando entre los dedos:
—¡No lo sé! ¡No me acuerdo de nada!
Somchit soltó una carcajada suave, aunque intentó controlarse al ver a su hija completamente derrotada por la vergüenza.
—Oh, cariño... Entonces, ¿fue tan malo?
Lisa levantó la cabeza solo lo suficiente para mirar a su madre con ojos acusadores y un leve puchero.
—No sé si fue malo... pero sé que fue un desastre.
Somchit no pudo evitar reír nuevamente, sacudiendo la cabeza.
—Leo Monoban, el gran heredero y galán, vencido por un beso. Qué linda ironía —dijo mientras se alejaba con una sonrisa satisfecha—. Cuando quieras que te dé consejos de amor, avísame.
Lisa se dejó caer de espaldas en el sofá, cubriendo su rostro con un cojín, mientras soltaba un gruñido ahogado.
—¿Por qué me pasan estas cosas...?
En ese momento, Sunan, el padre de Lisa, entró casualmente en la sala con un periódico en mano. Al ver a su hijo tirado en el sofá con la cara cubierta y su esposa sonriendo con picardía, arqueó una ceja y preguntó:
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Marry me?
Fiksi PenggemarLalisa Monoban vive atrapada en una mentira que la ha consumido por años: ser Leo, el hijo muerto de su familia. Obligada por las expectativas de sus abuelos y la presión de su padre, ha perfeccionado su papel hasta convertirse en el rostro de la fa...