Capitulo 10

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El avión privado despegó, dejando atrás la ciudad y la interminable serie de cámaras y preguntas del aeropuerto. Dentro del avión, la atmósfera era una mezcla de incomodidad y asombro, con los guardaespaldas, que parecía que nunca se separarían de las chicas, ocupando cada rincón del espacio.

Lisa, que aún no podía creer que su vida se hubiera convertido en una especie de documental de seguridad, miró a las chicas y a sus respectivos guardaespaldas. Hyunjin, con su porte de soldado, estaba de pie junto a Jisoo, observándola con atención como si fuera una pieza de porcelana que no debía romperse. Felix, por otro lado, estaba charlando animadamente con Jennie, quien no podía evitar mirarlo como si fuera un perro haciendo trucos en un circo. Minho, el más serio de todos, estaba a un lado, observando a Rosé con una intensidad desconcertante, como si fuera un espía que había sido asignado a una misión secreta.

—¿Es realmente necesario todo esto? —preguntó Lisa, mirando a Hyunjin con los ojos entrecerrados, como si él fuera el culpable de la invasión de su espacio personal.

Hyunjin la miró con una expresión seria, pero con la leve curvatura de una sonrisa, como si se estuviera divirtiendo con la incomodidad de Lisa.
—Lo siento, pero la seguridad de la señorita Jisoo es mi principal prioridad. —dijo, como si estuviera repitiendo una línea que le habían enseñado.

Jisoo, que había estado mirando por la ventana, se giró hacia Lisa con una sonrisa divertida.
—Tranquilo, Leo. Nos están cuidando como si fuéramos celebridades internacionales. —dijo con tono juguetón.

Lisa suspiró, pero no pudo evitar sonreír ante la ironía de la situación. En ese momento, el vuelo se suavizó y el avión se estabilizó, lo que permitió que todos se relajaran un poco.

Jennie, siempre con su actitud relajada, se giró hacia Felix, quien estaba sonriendo y mostrando su típica amabilidad.
—Felix, ¿me pasas un poco de ese jugo? —le pidió con dulzura, mientras él rápidamente le alcanzaba una bebida, como si estuviera dispuesto a atenderla en todo momento.

—¿Te gustaría que te trajera un poco de más hielo, señorita Jennie? —dijo Felix, con la misma actitud servicial, antes de que Jennie pudiera responder.

Jennie le lanzó una mirada desconcertante y luego se rió.
—No, gracias. Sólo estaba probando qué tan rápido respondes. ¡No me hagas pensar que soy una diva!

Felix asintió en serio, como si de verdad estuviera tomando notas mentales para futuras referencias. El hombre estaba totalmente entrenado en el arte de hacer sentir a las chicas como si fueran reinas.

Minho, por su parte, que había estado en completo silencio observando a Rosé, parecía no entender cómo debía interactuar en una situación tan... fuera de lugar.

—¿Tú también estás tomando jugo de naranja? —preguntó Lisa, un tanto sorprendida, mientras veía a Minho y Rosé compartiendo una bebida. Minho la miró con una seriedad imperturbable.

—Sí. ¿Hay algún problema? —respondió, como si estuviera tomando una decisión de vida o muerte, y no una simple bebida.

Lisa no pudo evitar reírse.
—No, no hay problema. Es solo que te vi tan... serio con todo.

Rosé sonrió con ternura y, sin dejar de mirar a Minho, dijo:
—No se dejen engañar. Es tan serio, pero a veces me hace reír con sus bromas extrañas.

Minho giró la cabeza lentamente hacia ella, levantando una ceja con una mezcla de sorpresa y desconfianza.
—¿Bromas extrañas? No sé a qué te refieres.

Lisa se cruzó de brazos, mirando la escena.
—¿Y tú, Rosé? Estás disfrutando de todo esto como si fuera un día normal.

Rosé se encogió de hombros, sin perder la calma.
—¿Por qué no? Después de todo, tenemos guardaespaldas y el vuelo es cómodo. No hay mucho que pueda salir mal.

Marry me?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora