~Darle tiempo al tiempo~

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La noche había caído por completo y con ella el bullicio del día se fue apagando lentamente. Katsuki Bakugou, con el ceño fruncido como de costumbre, abandonó los dormitorios de la UA junto a sus padres, Mitsuki y Masaru, por órdenes estrictas de Aizawa.

- Necesitas descansar - había dicho el profesor con su tono seco y autoritario - Llevas cinco meses fuera. Lo quieras o no, hay cosas que recuperar, y el lunes retomarás tus lecciones.

Bakugou no lo admitía, pero sentía el peso del cansancio en su cuerpo después de todo lo que había pasado. Incluso alguien tan testarudo como él sabía que oponerse sería inútil. Mitsuki, por supuesto, no dejó pasar la oportunidad de reclamarle en el camino.

- Por más fuerte que te creas, eres humano, Katsuki. Vas a descansar este fin de semana y no quiero oír ni una sola queja, ¿entendiste? - dijo mientras lo miraba de reojo desde el asiento del copiloto.

- Tks... - resopló él, girando la cabeza hacia la ventana - Como si me quedara otra opción.

La realidad era que el lunes sería un desafío para él. Durante esos meses de ausencia, mientras el resto de sus compañeros continuaban con su formación, Bakugou había quedado estancado.

Si bien había mantenido su mente activa con teoría; que ya había completado en su mayoría, los ejercicios físicos y los entrenamientos en el campo eran algo que debía retomar con urgencia.

Aizawa fue claro. No permitiría que Bakugou se quedara atrás, y menos aún, que llegara al segundo año con conocimientos y habilidades a medias. Para él, era cuestión de disciplina y, sobre todo, de orgullo. Katsuki tenía que ponerse al día en diciembre, sin excusas. No era lógico comenzar un nuevo año escolar con tareas pendientes del anterior.

- No voy a cargar con cosas del primer año como un maldito perdedor - masculló Bakugou, como si leyera la mente de Aizawa. Lo último que quería era que alguien sintiera lástima por él o pensara que había bajado el ritmo.

Masaru, desde el volante, miró a su hijo a través del retrovisor y sonrió con orgullo.

- No te preocupes, Hijo. Si alguien puede lograrlo, eres tú.

Bakugou no respondió, pero una leve sonrisa torcida apareció en su rostro. Su padre siempre tenía esa forma tranquila de apoyarlo, tan diferente a la intensidad de Mitsuki.

Y así, mientras las luces de la ciudad iluminaban la carretera, Katsuki cerró los ojos por un momento, permitiéndose descansar por primera vez en lo que parecían meses. Sabía que el lunes sería el inicio de una rutina agotadora, pero él no era alguien que retrocediera ante un desafío.

- Estaré a la par de todos... no, mejor que todos - murmuró para sí mismo, mirando hacia la ventana.

No había vuelto a hablar con su novia desde ese momento en el que, lleno de frustración, le había gritado que se callara y que dejara el tema. La imagen de su rostro sonrojado y su aura asesina todavía lo hacía sonreír de medio lado.

"Maldita sea... hasta cuando está molesta se ve adorable" pensó, con un gruñido apenas audible, mientras sus labios formaban una leve curva.

Aunque su actitud pudiera parecer distante, Sentía un vacío que no podía explicar y que, por supuesto, no admitiría en voz alta. Estar sin ella durante tanto tiempo fue como intentar apagar un incendio con gasolina. Cada día que pasaba, la necesidad de buscarla y escuchar su voz crecía más, aunque él mismo sabía que reconciliarse no sería tan fácil.

- No será sencillo... pero cuando fue sencillo algo contigo, cara redonda? - murmuró para sí, recordando cada discusión y cada momento en que ella le llevaba la contraria. Por alguna razón, ese carácter testarudo le gustaba tanto como le frustraba.

Mi último aliento ~Kacchako~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora