~My Home~

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Corrió sin mirar atrás. Sentía el pecho arder, no por las llamas que alguna vez dominaron su cuerpo, sino por algo mucho peor.

Algo que no podía apagar. Sus piernas lo llevaron lejos, pero su mente seguía atrapada en aquella habitación, en el temblor de su voz cuando le dijo la verdad, en el brillo roto de los ojos de Ochako al escuchar que no había sido él quien le arrebató a Bakugou.

Su corazón latía con furia, como si tratara de arrancarse de su pecho. Maldición.

¿Por qué había ido a verla? ¿Por qué no pudo simplemente desaparecer sin más? Pero no... tenía que despedirse. Tenía que verla una última vez, aunque eso solo lo condenara más.

Se apoyó contra una pared en un callejón oscuro, jadeando, sintiendo las lágrimas calientes deslizarse por sus mejillas. Llorar... algo tan insignificante, tan humano. Algo que no tenía derecho a hacer después de todo lo que había pasado, después de todo lo que había hecho.

Los días pasaron, pero la imagen de ella seguía atormentándolo. Su mente regresaba a ese momento una y otra vez, como una maldita tortura autoimpuesta. Cada vez que cerraba los ojos, la veía ahí, desparramada en el suelo, rota, llorando.

Y cada vez que intentaba olvidarla, su recuerdo volvía con más fuerza, clavándose en su alma como un hierro al rojo vivo.

No podía seguir así.

El odio, la rabia, su sed de venganza... todo se desdibujaba con ella en su cabeza. Si quería acabar con su padre, con los héroes, con todo lo que había destruido su vida, primero tenía que olvidarla.

Por eso, semanas después, con el rostro sombrío y la decisión grabada en sus huesos, Dabi se presentó ante el Dr. Ujiko.

- Dime, viejo... - su voz sonó rasposa, vacía - ¿tienes algo que pueda hacerme olvidar?

El científico lo miró con interés, ajustando sus gafas con una sonrisa curiosa.

- ¿Olvidar qué exactamente?

Dabi cerró los ojos, apretando los puños hasta que sus uñas se clavaron en su piel.

- A ella.

Porque si quería destruir su pasado, primero tenía que arrancarla de él.

El científico lo observaba desde su escritorio, evaluándolo con su mirada inquisitiva.

- Así que... quieres olvidar - dijo Ujiko con un tono paciente, casi entretenido.

Dabi cerró los ojos con fuerza, exhalando pesadamente.

- ¿Es un problema?

El doctor sonrió, entrelazando sus dedos frente a él.

- Depende. ¿Es por un trauma o...?

- No es tu maldita incumbencia.

Ujiko soltó una risa ronca.

- Si quieres mi ayuda, chico, tendrás que explicármelo mejor. - dijo ajustando sus gafas - Es amor acaso¿?

- No lo llames así.

Dabi apretó los puños. Sus uñas se clavaron en sus palmas hasta hacerle arder la piel, pero lo ignoró. Su garganta se sentía seca, su pecho oprimido.

¿Qué importaba? Si todo salía bien, en poco tiempo ya no recordaría esto.

- Total... - murmuró con una voz sombría - no lo recordaré después, ¿verdad?

Una lágrima rodó por su mejilla sin que pudiera evitarlo. Luego otra... y otra más. Un llanto silencioso, pero desgarrador. Odiaba esto. Odiaba sentirse así.

Mi último aliento ~Kacchako~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora