~Bajo las luces de Navidad~

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Una semana había pasado desde que Bakugou entró en su habitación, pero para Ochako, parecía que habían sido años. Desde entonces, se había cerrado completamente al mundo, aislándose en su propio dolor y en la culpa que la consumía. Se sentía como la peor persona del mundo.

Todo este tiempo no había hecho más que pensar en él. En cómo ella misma lo había alejado con sus palabras, con su actitud, y sobre todo, con aquella bofetada. La imagen de su rostro sorprendido, mezclado con esa tristeza que trató de ocultar con una sonrisa arrogante pero sus ojos lo delataron, la perseguía día y noche.

Se había repetido una y otra vez que había actuado de esa manera por miedo, por no saber cómo manejar el hecho de verlo tan vulnerable. Bakugou, el fuerte e inquebrantable Bakugou, había cargado con un peso que nadie más podría soportar, todo para no ser una carga para ella.

El recuerdo de aquella noche, cuando Bakugou tocó a su puerta, la hacía encogerse de vergüenza. Pensó que él había ido a reclamarle, a exigirle explicaciones por cómo lo había tratado. Por eso no abrió. Por miedo, por culpa, y porque no podía enfrentarlo, por lo que fingió hacer sus tareas, cuando en realidad estaba mirando las estrellas en su balcón. Pero lo que realmente pasó fue mucho peor.

Él no fue a reclamarle; fue a verla. Fue a llevarle comida, a intentar cuidar de ella, a demostrarle que a pesar de todo, aún la quería. Y ella... lo ignoró. Lo trató con la misma frialdad que siempre, cerrándole la puerta a su amor.

"Soy una egoísta" se decía siempre. Quería perdonarlo y mandarlo todo al demonio pero su corazón era terco como una mula.

Desde entonces, algo había cambiado. Bakugou había dejado de intentar acercarse. Ya no la miraba con esa intensidad que antes la hacía sentirse especial. Para los demás, él seguía siendo el mismo, el chico explosivo y ruidoso que siempre llamaba la atención. Pero para Ochako, era como si una parte de él hubiera desaparecido.

Ahora, sus ojos evitaban los suyos, y ella no podía soportarlo.

Siempre había sido ella quien huía. Ella la que salía corriendo de la clase, incapaz de soportar la tensión entre ambos. Pero ahora, era él quien se marchaba primero, quien la dejaba atrás sin siquiera mirarla. Y eso la estaba destrozando por completo.

Esa tarde, después de clases, subió al techo de la academia. Era su refugio, el único lugar donde podía ser sincera con sus emociones. Allí, dejó que las lágrimas fluyeran sin control, dejando escapar toda la angustia que había contenido durante días.

- Lo extraño - admitió en silencio - Extraño cómo me miraba, cómo me hablaba. Extraño sentirme segura a su lado. Pero incluso ahora, no puedo perdonarlo del todo. No puedo perdonarlo por haber fingido morir, por haberme hecho creer que lo había perdido. - se decía entre lágrimas. Tratando de secarlas todas pero incluso resbalanban por sus brazos.

Pero, al mismo tiempo, sabía que su propio comportamiento no tenía excusa. Él lo había hecho por todos, por ella. Él había cargado con el peso de esa decisión, sabiendo cuánto daño causaría, todo para no verla sufrir mientras él estaba inmovil. Y aun así, ella lo trató como si fuera un enemigo, como si no lo amara con cada parte de su ser.

El sol comenzaba a ocultarse en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos naranjas y rosados.

Ochako se sentó en el suelo del techo, abrazando sus rodillas mientras miraba el horizonte. Sabía que no podía seguir así, que debía hacer algo para arreglar lo que había roto. Pero, al mismo tiempo, no sabía si tenía la fuerza para enfrentarlo.

Quería a Bakugou, lo quería con cada fibra de su ser. Pero, sobre todo, quería perdonarse a sí misma, porque sabía que hasta que no lo hiciera, nunca podría dar el primer paso para recuperarlo.

Mi último aliento ~Kacchako~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora