One Shots : Marvel (1)

"DON'T YOU HAVE ANY GIFTS FOR ME?"

La navidad había comenzando oficialmente en la Mansión X. Los niños corrían por los pasillos con gorros de papá Noel sobre sus cabezas, mientras una suave música navideña salía del altavoz por bluetooh de Roge, colocado cuidadosamente sobre la chimenea del salón.

Logan no era demasiado fan de esa festividad. Para el resultaba ser una pérdida de tiempo, la cuál despertaba recuerdos y vivencias que no quería revivir. Jamás lo admitiría en voz alta, pero ver a todos esos pequeños disfrutando con otros niños de sus regalos, riendo y cantando, hacía que se le encogiese el corazón de pena y de alegría a partes iguales.

Pena porque cuando él tenía su edad no tuvo nada de eso, unos padres, amigos, una familia que le quisiera. Y alegría porque aquellos niños tenían todo lo que él nunca tuvo. Pensó que ese era motivo suficiente para sentirse un poco menos gruñón, incluso se esforzó en sonreír un poco, para que los niños no pensaran que siempre estaba enfadado con el mundo, incluso el día de Nochebuena.

Fue entonces cuando te vio. Entraste donde estaban los pequeños con una montaña de regalos, y una enorme sonrisa en los labios. Los niños prácticamente se lanzaron contra ti para quitarte las cajas de las manos, esbozando pequeñas risitas nerviosas por ver qué había tras los coloridos embalajes.

-¡Tranquilos chicos, hay regalos para todos! –dijiste tendiéndole tres grandes paquetes a la niña que tenías más cerca-

"Libby" recordó su nombre Logan. Estaba en su clase de historia, era una de sus mejores alumnas. Se puso a dar pequeños saltitos de alegría cuando le diste sus regalos.

-¡Gracias, señorita Snow! –respondió ella emocionada, sentándose sobre la alfombra en posición de indio- ¿Qué es?

-No lo sé –le sonreíste a la niña, a la par que le revolvías el pelo- ¿Porqué no lo averiguas?

Libby te miró con sus enormes ojos café y abrió los paquetes con rapidez. Le habías comprado unos patines, un par de libros y unos auriculares con cancelación de ruido. Debido a su autismo, Libby era propensa a sobreestimularse con los sonidos fuertes o repetitivos, por lo que ese regalo, pensó Logan, había sido muy dulce por tu parte.

-¡Me encanta! –dijo la niña abrazándote con fuerza- ¡Muchas gracias señorita Snow!

-Ahora no estamos en clase Libby, sabes que puedes llamarme Emma

-De acuerdo –asintió la niña antes de levantarse para ir a enseñarle los regalos a sus amigos-

Logan estaba apoyado contra la pared de la cocina, observando todos tus movimientos. Sentiste una mirada posada sobre ti y levantaste la cabeza, para chocar con sus expresivos ojos verdes. El pudo escuchar cómo tu corazón latía desbocado en tu pecho. Estaba claro que, su presencia te aceptaba más de lo que estabas dispuesto a admitir.

Sin pensárselo demasiado se acercó lentamente hacia dónde estabas, el olor a cuero y tabaco llegó a tus fosas nasales, al igual que el de tu champú mentolado llegó a las suyas. Te observó un instante, tu vestido rojo y tu gorro de papá Noel a juego te hacían parecer juvenil y aniñada de una manera que le volvía loco. Habías terminado el look con un par de converse también rojas, lo que le hizo sonreír. Sabía lo mucho que odiabas los tacones desde que te hiciste una esguince el año pasado por culpa de una apuesta con Ororo.

-Hola Logan –dijiste, tu voz salió más chillona de lo que pretendías, pero no pudiste evitarlo, su solo presencia te ponía de los nervios-

-Hola Em –saludó el con una sonrisa, solo el te llamaba de esa manera- ha sido muy bonito lo que has hecho por Libby –hizo un gesto hacia ella con la cabeza-

-Se lo merece –respondiste desviando la mirada hacia ella- es una niña excepcional

-Lo es –secundó el- estás preciosa esta noche

-Gracias –respondiste notando cómo te sonrojabas-

No se te daba bien aceptar cumplidos, y menos si venían de él

-¿No tienes ningún regalo para mí? –cuestionó alzando una ceja, cambiaste tu peso de un pie a otro nerviosamente-

-Solo tenía regalos para los niños, Logan, yo... -murmuraste azorada, el negó con la cabeza-

-Tranquila princesa, era una broma –sonrió observándote- verte con vestido es el mejor regalo que podías haberme hecho

-¡Logan! –chillaste avergonzada, notando cómo tus mejillas se calentaban más, el rio, una risa ronca que hizo que se te pusiera la piel de gallina-

-Sé que los vestidos no son tu prenda favorita –su sonrisa se hizo más amplia- me alegra de que hayas decidido ponerte uno hoy

-Lo he hecho por ellos –señaló a los niños- no por ti

-Lo que tú digas, cariño –murmuró atrayéndote hacia él para dejar un suave beso en tus labios-