[ LIBRO DOS ]
WOF | ❝COMO LAS ESTRELLAS PERSIGUEN AL SOL, ELLA FORJÓ SU CAMINO HACIA LA LIBERTAD❞
Hubo un inicio y un final durante la vida de Sigrid Whiterkler. Y ese inicio, fue marcado por dragones.
(NO leer sin haber leído CROWN primero.)
Queda...
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(DESBLOQUEA EL PRÓXIMO CAPÍTULO CON +60 VOTOS Y +30 COMENTARIOS)
━━CAPÍTULO VEINTICINCO━━
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【 EL ÚLTIMO ASALTO 】
Era una noche densa.
La niebla envolvía las embarcaciones como sí se tratase de un manto infinito de oscuridad. Algunos hombres estaban acostumbrados a tan insinuante clima, tras las constantes persecuciones de quiénes algunos conocían como la bestia indomable. Un dragón que se presentaba en las más inesperadas de las redadas y con el simple poder de su mente dormía a toda la tripulación para liberar a los dragones que con mucho esfuerzo y ardua labor conseguían capturar. Ivar el Tonto no tenía miedo de ese dragón; podría capturarlo con sus simples puños de presentarse el caso; y aquel era el motivo por el cual patrullaba a altas horas del anochecer.
Escoltaban una de las grandes capturas de dragones, lejos de los límites del mar nórdico donde aquella bestia pudiera presentarse para acometer sus hazañas. El plan había sido forjado meticulosamente para prevenir que tanto ese dragón como aquellos jinetes rescatadores pudieran presentarse. Había escuchado por meses de sus hazañas, barcos explotados, tripulantes ahogados, dragones salvados... Después de tantos fracasos, muchos de sus compañeros habían pagado las consecuencias. Pero Ivar no era tan estúpido para permitir que cualquiera viniese a tomar lo que con tanto esfuerzo habían logrado, como miembro honorable y humilde servidor de los Señores de la Guerra, él era altamente capaz de defender su puesto de vigía y tranquilizar a los dragones.
Ese era el motivo por el cual estaba ahí, con una lanza y linterna en mano.
Sus sentidos se mantenían alertas en todo momento, conforme avanzaba entre las jaulas. Oía el crujir de los barcos cuando chocaban contra el océano, el sonido de sus pisadas, así como el rugido de los dragones. Agudos y amortiguados, roncos y aullidos en espera de la mínima oportunidad para atacar. Él no era un tonto, incluso con grilletes y bozales, sabía que los dragones eran bestias incapaces de contener por siempre. No podía bajar la guardia, no ahora que tenía la oportunidad de demostrar su valía.