-¿Me temes? - Dijo levantado la vista.
Ella notaba su dolor, sus ojos reflejaban el miedo a perderla.
-No - dijo firmemente.
-¿Por que no?
-Jamás podría hacerlo.
-No te convengo.
-Te quiero.
Aquellas palabras lo hundieron.
-Puedo hacerte daño.
-No más del que me harás si me alejas de ti.
Suspiró, aquello le estaba costando.
-Deberías temerme.
-Puede que no.
-No soy un buen tipo. Mi vida es una mierda y no quiero que la vivas conmigo.
-Mi vida es maravillosa, y lo único que quiero es que la vivas conmigo.
-No insistas por favor.
Se quedó callada un tiempo.
-Está bien. Si quieres que me vaya me iré. Me iré lejos, a un lugar donde no puedas encontrarme, donde no pueda encontrarme. No volverás a saber nada de mí, nunca más. Yo lloraré cada noche, sabes que lloraré. Porque a veces me rio por todo, otras ni sonrío. Puedo odiar con toda mi alma o amar con todo mi corazón. Puedo ser una sentimental o tener el corazón de hierro. Sabes que soy a todo o a nada. No temo a nada. Nunca lo he hecho. Solo a enamorarme, porque una vez lo hice y me destrozaron. Por eso cuando me abrazarte como si quisieras romperme en realidad estabas juntando las piezas rotas. No, no te temo. No, porque sé que no eres peligroso, lo que pasa es que tienes miedo de que sea yo la que te haga daño. No quieres enamorarte de mí por miedo a que algún día me vaya y te quedes solo. Quieres alejarme porque no quieres quererme. Aunque ya es tarde. Para los dos.
Ella ya estaba llorando. A él le cayeron dos lágrimas.
Y como si fuera un niño pequeño, se abrazó a ella con todas sus fuerzas, sin querer soltarla nunca.
Y le susurró : ' Te amo. No te vayas nunca. Por favor '.