Son las siete de la tarde y mis párpados se caen solos, van varios días sin poder ver el sol y no te preocupes por las gotas que caen por mis mejillas, no son lágrimas, son gotas de la lluvia que no ha amainado aún. No quiero dormir, siento que es tiempo desperdiciado, pero la obscuridad de mi habitación es tan cómoda y me llama a sucumbir entre las sábanas, hablar entre sueños y despertar para repetir este ciclo enfermizo cada día, una y otra vez, como si no pudieran separarse, como si no quiciera dejar ir este sueño. Es una molestia despertar y oír las aves en el árbol cerca de mi ventana, es una molestia ver el mundo girar y sentir que no me muevo, que estoy sentado esperando que la corriente me lleve a pesar de la lucha, de subir cascadas nadando y la promesa de ser un dragón se vea tan lejana, quizás debería dormir hoy y seguir luchando mañana cuando el sueño sea menos pesado y pueda quizás ver el sol a lo lejos, "¿no puede llover por siempre verdad?, y si lo hace tendré un paraguas".
