Esas noches en que la tranquilidad sobra, los gatos pelean, las fiestas abundan y los ánimos se arrastran mientras las filosas palabras rondan en el aire y los monos gritan idioteces entre ellos, esas noches de sobriedad donde añoro una botella y el humo de los cigarrillos se expande, cuando los puchos se agolpan al lado de la cuneta y el frío viento acaricia los árboles, esas largas noches en que más que necesitar una botella necesito algo que me embriague al igual que lo hace tu mirada, tu sonrisa y cada gesto tuyo.
Esos momentos en que las llamadas llegan para invitar a los antros obscuros donde el aire es viciado y la música es fuerte, donde hay que volver a casa caminando largas distancias mirando el cielo mientras se cubre con una densa niebla que empaña mis lentes, esos lugares perdidos de la vista de la gente donde se juntan las escorias que miran a su siguiente presa, pero nada de eso puedo ver esta noche, solo queda escuchar la molestia que he sido y soy, comer basura, escuchar canciones añejas, anhelar un abrazo de ella y dormir.
