Habíamos terminado la semana de exámenes, y aunque el alivio era palpable, había algo en el aire que nos mantenía melancólicos. Las clases en si, estaban llegando a su fin, pero teníamos que asistir aun y con ellas, el ciclo más importante de nuestras vidas hasta ahora finaliza. Las conversaciones sobre el futuro, los recuerdos y las despedidas parecían flotar en cada rincón de la academia. Aún faltaban la ceremonia de graduación y la fiesta de fin de curso, pero el tiempo se sentía cada vez más fugaz.
Hoy había un clima frio, parecen las nubes que iba a llover en cualquier momento. Estaba en el patio, distraída, observando a los demás. Algunos hablaban en grupos pequeños, otros parecían sumergidos en sus propios pensamientos. A mi lado estaba Ayano, quien también parecía perdida en sus reflexiones. Fue su voz la que rompió el silencio.
—¿Me estás escuchando? —preguntó, inclinándose ligeramente hacia mí.
Sacudí la cabeza, regresando al presente. —Perdón, ¿Qué decías?
Ayano esbozó una pequeña sonrisa, como si estuviera acostumbrada a que me distrajera. —Te estaba contando sobre... bueno, algo importante.
Me acomodé para prestarle más atención, notando que, aunque intentaba parecer tranquila, había una leve timidez en su voz.
—Decidí confesarme a mi Taro —dijo finalmente, sus ojos bajando al suelo por un instante antes de volver a mirarme.
Mi sorpresa debió reflejarse en mi rostro, porque Ayano soltó una risa ligera. —Lo sé, parece increíble, ¿no? Pero... lo hice.
—¿Y qué pasó? —pregunté, sintiendo una mezcla de curiosidad y emoción por ella.
—Para mi sorpresa, él... sentía lo mismo por mí. —Su voz se suavizó, como si aún le costara creerlo. Pero luego suspiró, su expresión tornándose más seria. —Aunque, por una cosa o por otra, nunca logramos tener una conversación como se debe. Siempre pasaba algo, o alguien interrumpe. Eso fue lo el que me conto.
Pude notar una pizca de frustración en su tono, pero también algo más: una sensación de esperanza que no había visto en ella antes.
—Eso es increíble, Ayano —dije, sonriendo sinceramente.
—¿No es curioso? yo nunca me había dado cuenta que siempre el me miraba a mi.—Soltó una risa pequeña.
Ayano me miró, y por un instante sus ojos reflejaron algo que no alcanzaba a comprender del todo. Gratitud, quizás, pero también algo más profundo, como si estuviera reflexionando sobre cosas que no podía poner en palabras.
—Gracias —dijo finalmente, con una voz suave pero firme.
Fruncí el ceño, un poco confundida. —¿Por qué me das las gracias?
Ayano sonrió de lado, un gesto más relajado de lo habitual en ella. —Porque tú... me hiciste ver cosas que no veía antes.
Quise preguntar a qué se refería exactamente, pero algo en su tono me hizo detenerme. Su mirada parecía perderse por un momento, como si estuviera repasando recuerdos que yo desconocía, momentos que solo ella entendía.
Finalmente, sacudió la cabeza ligeramente, como desechando esos pensamientos, y regresó a su actitud habitual. —En fin, es gracias a ti que tuve el valor de intentarlo.
No sabía qué responder. Ayano era difícil de leer, pero por alguna razón, sus palabras me hicieron sentir una extraña calidez en el pecho.
—Bueno, para eso están las amigas, ¿no? —le respondí, sonriendo.
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𝕬𝖒𝖔𝖗 𝕺𝖈𝖚𝖑𝖙𝖔 [Shin Higaku]
Romanceʙɪᴇɴᴠᴇɴɪᴅᴀ ᴀ ᴀᴋᴀᴅᴇᴍɪ ʜɪɢʜ ꜱᴄʜᴏᴏʟ ¿ᴇʀᴇꜱ ɴᴜᴇᴠᴀ ᴠᴇʀᴅᴀᴅ? ¿ʏᴀ ᴄᴏɴꜱᴇɢᴜɪꜱᴛᴇ ᴜɴ ᴄʟᴜʙ ᴘᴀʀᴀ ᴜɴɪʀᴛᴇ?