Capítulo 25: Draco Malfoy el "hijo" de Medusa

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El sueño empezaba así:

Estaba en una calle de lo que parecía ser Nueva York en mitad de la noche. Podía oír pasos rápidos a lo largo de la calle, varios pasos.

Al dar la vuelta, podía observar lo que parecía una Esfinge persiguiendo a un chico de un metro noventa, el tipo llevaba unos tejanos andrajosos, unas mugrientas zapatillas y una camisa a cuadros escoceses con varios agujeros. Lo cual era una abominación a la moda, pero eso no fue lo que le llamó la atención, sino que el tipo gigantón tenía un solo ojo y lloraba mientras rezaba a alguien.

La Esfinge lo perseguía por toda la cuadra hasta un callejón donde se podían escuchar unos gritos que solo hicieron que se le revolviera el estómago. Luego, la escena cambió; en un callejón dentro de lo que parecía ser un cartón desgastado, se encontraba aquel tipo, estaba temblando y pedía a su padre.

El chico, a pesar de su contextura tan enorme, parecía temblar acurrucado. Se veía tan solo y vulnerable que se le formó un nudo en la garganta. Había leído de los Cíclopes, y podía decir que no eran sus favoritos, pero ver todas esas cicatrices, sus harapos y mal estado solo lo hizo replantearse sus pensamientos.

La escena nuevamente cambió para esta vez ver a Anfitrite, la diosa estaba sentada sobre un hipocampo con sus dos piernas a un costado mientras le sonreía cálidamente. Sus ojos resplandecían cada vez que las olas chocaban; incluso podía sentir el olor a brisa de mar.

"Mi bella Caracola", cantó Anfítrite, tomando su mano para dejarla en medio de las suyas.

Pueden pasar años y, aun así, no se acostumbraría a las apariciones tan repentinas de la diosa del mar, Anfitrite, la diosa que lo reclamó como su hijo y lo había salvado dándole su bendición.

"Los sueños... " Empieza Draco, estaba seguro de que esos sueños con el cíclope estaban relacionados con la diosa.

"Solo te quería preparar, mi Caracola de mar, no puedo hacer más; si me llegas a necesitar, solo pídemelo y haré lo posible para ayudarte", tararea con voz suave. "Puedes explorar con tus poderes si lo deseas, ayudarán a mejorar la vida marina que tanto amo".

"El cíclope..."

Puede que a otro dios le parezca idiota la falta de información, pero era Anfitrite, su otra madre, quien siempre hace lo posible por cuidarlo.

"Es un buen chico y te ayudará bastante. Cuidalo y él también cuidará de ti".

"Tendré que usar tu bendición, ¿no es así?"

Anfitrite asintió; su mirada transmitía pesar, acarició su rostro y sonrió suave, tranquila. "Solo confía en ti y en tu poder, mi caracola". Es lo último que le dice, porque después es despertado por un gran peso en su cuerpo.

Esta vez, para su sorpresa, no era Percy.

"¡Al fin!" exclama Pansy una vez se sienta en la cama; Percy, a su lado, parece seguir durmiendo.

"¿Por qué no despertaste a Percy también?" Gruñe molesto, mientras se levanta.

"Tú te quedaste del lado más cercano y, además, me la debes".

"Te quedaba bien el amarillo".

Debió haberse callado la boca, piensa luego de que Pansy le diera una patada.

Percy se queja cuando Draco cae encima de él.

No es su culpa; Pansy es muy rencorosa.
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Sangre y trueno: La sombra del Olimpo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora