Capítulo 17: El vínculo inquebrantable

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Sé que en algún momento se habrán preguntado: ¿Qué diferencia a un amigo de un mejor amigo? ¿Los momentos compartidos? ¿O tal vez muchos gustos similares? Puede que nuestros mejores amigos sean con los que más nos divertimos, pero también puede ser que haya algo más que nos hace sentir más cercanos a ellos, y esto puede ser el hecho de que conozcan un lado nuestro que no mostramos con otras personas. Puede que el haber podido hablar algo muy íntimo y personal, y habernos sentido aceptados por esa persona, hace que suba en nuestra escala de cariño y afecto. Tal vez hay charlas muy especiales que hemos tenido con ciertos amigos, y puede que estas nos hayan hecho verlos de una forma diferente al resto...

Volvamos a la noche en que Javi acompañó a Cris hasta su casa. Después de que ambos llegaron, quedaron en que iban a escribir en sus diarios todo lo que podían recordar de las pesadillas que tuvieron hasta ahora. Y que si llegaban a tenerlas de nuevo, iban a anotar lo que recuerden al despertar, aumentándolo a todo lo que ya iban a tener escrito hasta ese momento. Luego se despidieron y Cris entró a su casa, saludando a su abuelita que estaba jugando con Kiwi.

—¡Mamá Luisa! —le decía Cris, dándole un abrazo y un beso en la mejilla—. ¡Hola!

—¡Hijita! —le respondía su abuelita—. ¿Cómo te fue?

—Hoy me fue muy bien, fue un bonito día —decía Cris, mientras le daba caricias a Kiwi y él se subía a su hombro.

—¿De verdad? Me alegro tanto. ¡Ya me vas a estar contando! Pero antes anda a llamarle a tu mamá, ya te debe estar esperando.

—¡Ya! ¡Después vuelvo mamá Luisa!

Cris se fue a su habitación, donde tomó su celular y llamó a Leonor. Y es que algo que les gustaba mucho, era que charlaban todas las noches antes de dormir.

—¡Cris! —le decía su mamá, después de contestar—. Hijita querida, ¿cómo estás?

—¡Mamita! —le respondía Cris—. ¡Bien, todo bien! ¿Y tú? ¿Cómo te fue hoy?

—Bien, todo tranquilo por acá. Oye, ¿y tus clases, bien? ¿Hoy tenías terapia más, no?

—Sí, te cuento que la psicóloga de ahí es increíble, ma, y me gusta hablar con ella.

—¿Se llamaba Patty?

—Esa misma. Es bien dulce y me hace sentir bien cómoda.

—Hijita, me alegra harto. ¿Y tus amiguitos?

—¡Están bien! Te cuento que hoy fui a la casa del Javi.

—¿En serio? ¿Y todo bien? ¿Qué hicieron?

—Hicimos unas tostadas con tecito, ¡y él había sabido tocar el piano! Lo escuché un poquito, fue una locura. ¿Y te cuento algo bien bonito?

—¡Claro, contame!

Javier & Cristal - Preludio a la locuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora