Carta doce.

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Querida fugitiva,

Escapamos juntos una madrugada, rentamos un pequeño apartamento a las afueras de la ciudad y conseguimos empleos mejores. Me abrazabas durante las noches tormentosas y yo te cantaba al oído, le temías a los relámpagos y truenos. Lucías como una indefensa y hermosa niña pequeña, quería protegerte. Te dormías entre mis brazos y solías comenzar pláticas sin sentido, simplemente se distinguían tus balbuceos. Cada mañana bebías una taza de café y leías periódicos viejos, te veías tan tranquila. Observabas tu reflejo a través del espejo de la recámara y fruncías el entrecejo, decías odiar tus cicatrices. Yo te tomaba de la cadera y te alentaba a quererte, diciéndote que aquellas eran marcas de una guerra previamente enfrentada y superada. Eras una superviviente y no lo aceptabas. Decías ser defectuosa, cerrabas tus ojos en defensa contra el cristal. No lograbas entender el hecho de que cada herida te hacía más fuerte y que, cada insignificante desperfecto, la mayor y más valiosa obra de arte. Inicié a repetirte lo preciosa que eras en cada oportunidad que tenía con la esperanza de que, tal vez de aquella manera, lograras creerlo y amarte tanto como yo lo hacía. Los días a tu lado trajeron consigo a las semanas y meses más efímeros de toda mi vida, empecé a conocerte más a fondo. Trazamos un futuro perfecto sin tomar en cuenta las desdichas de la vida, y entonces nuestro pequeño mundo se derribó. Estoy a punto de abandonarte y no sabes lo mucho que lo lamento. No podremos completar todo aquello que alguna vez nos propusimos.

Con amor, tu compañero de aventuras.

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Inspirada en Little Things de One Direction, espero y les haya gustado.

Solamente quedan alrededor de dos cartas más para que ésta historia termine así que, a los que han llegado hasta éste punto, se los agradezco demasiado:).

Con amor, KennethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora