Capítulo 22

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Según yo, aquí inicia la mejor parte jajaja. De verdad que lo que pasará a partir de aquí será crucial para lo que resta de la novela y como se van a tratar temas que no se pueden tomar a la ligera, debo decir que me está costando mucho poder expresar las ideas que tengo en mente. Como ya voy a empezar con un nuevo semestre en la universidad, las actualizaciones serán más lentas pero créame que busco siempre que los capítulos sean lo mejor posible. :)

Espero que este "cuarto arco" les guste y sorprenda. Si hay alguien que sigue leyendo esta novela que empecé a escribir y publicar en junio de 2024, de verdad muchas gracias. Nunca me cansaré de agradecer el tiempo que se toman al leer esto.

Otra cosa, este es mi perfil de Twitter: @camilaroni ahí hablo sobre los libros que voy leyendo y otras cosas randoms, por si alguien quiere convivir (?) y regresarles el follow. Que no se note el aburrimiento que traigo.

—¡Feliz cumpleaños, Caín! —Susana fue la primera en lanzarse a mí para darme un abrazo. Me tomó del mentón y me hizo quedar con la mejilla expuesta a ella para darme un sonoro beso—. ¡Felices veintiuno! ¡Te amo!

Susana abrazaba muy fuerte y aunque a menudo expresaba mi disgusto, en el fondo me hacía bien. Se apartó de mí lo suficiente y luego me tendió una curiosa caja color café. La tomé, sin duda, muy entusiasmado. Entonces, me animó a que la abriera y así lo hice. Un reloj que hacía tiempo había querido comprar resplandecía bajo la iluminación de la casa. No lo podía creer. Después de meses todavía recordaba el modelo exacto, algo que me resultó muy significativo. Volví a abrazarla tan fuerte como ella a mí antes, que pude percibir el aroma de su pelo recién lavado. Tras darle un beso en la frente, le di las gracias. Mis padres y Fabio nos veían, contentos de nuestras reacciones.

—Es mi turno. —Mamá se dio paso entre nosotros y antes de darme el regalo, me pidió que me inclinara un poco para darme un beso en la mejilla—. Caín, no lo puedo creer. Todavía me acuerdo de cuando estabas en el preescolar y me decías que tu parte favorita era cuando acababan las clases. ¿Podrías dejar de crecer?

—No. —Y me reí.

—O cuando decía que amaba las empanadas que hacía y ahora ya no quiere comer ni una —dijo Mauro, en medio de una sonrisa.

—Eso no es cierto. Las empanadas me siguen gustando mucho, lo que pasa es que ya no las haces seguido. —Y también lo abracé.

Apenas hacía unos años que Mauro era el más alto de la familia, pero el tiempo me terminó favoreciendo. Ahora que lo pensaba mejor, me hubiese gustado tener el mismo color de ojos avellana que él y Susana o al menos, su particular risa y que era muy contagiosa.

—Fabio, ven. No te quedes ahí, únete a la foto —le dijo mi madre. A Fabio todavía le daba pena aceptar a la primera las invitaciones de mi familia, por lo que muchas veces me encargué de recordarle que lejos de parecer una molestia, les caía muy bien. Cuando mi madre terminó de programar la cuenta regresiva de la cámara, se hizo espacio a un lado de mi hermana y nos hizo decir una palabra para que en la foto salieran nuestras sonrisas.

A decir verdad, creí que por los compromisos de cada quien iba a ser difícil que nos pudiéramos reunir el día de mi cumpleaños, por lo que fue una grata sorpresa encontrarme a mi familia esperándome en casa. Con razón, Fabio había estado impaciente gran parte de nuestra cita horas antes porque en el fondo se moría por ver mi reacción.

Después de que mi madre me tomara varias fotos, me incitó a terminar de abrir todos los regalos. Entre aplausos y expresiones de sorpresa de su parte, todos miraron atentos cada cosa que les recordaba a mí. Mauro hubo de regalarme un diario de viajes y dos juegos de sellos de cera para futuras cartas. Desde hace unos tres años, me había propuesto escribir las cosas que me pasaban, lo que sentía y pensaba como uno de los tantos métodos que me ayudaban a mantener la mente ocupada; me resultaba muy terapéutico. Por su parte, mi madre me regaló una sudadera y unos audífonos; Fabio tuvo el gesto de comprar boletos para un concierto de una banda que nos gustaba mucho.

Caín y Abel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora