Capítulo 4

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Daniel

Ella era feliz con ese hombre demasiado viejo para ella. No podía entender como es que su madre lo permitía, yo sé que cuando lo conociera su padre... bueno, a él no le gustaría tanto.

¿Cómo me podía acercar a ella si siempre estaba con él? ¿Cómo podía intentar ser su amigo si no podía decirle ni hola?

Respiré profundamente mientras pensaba, debía idear algo. Y la respuesta llegó en forma de un hombre joven y de cabello despeinado. Tal vez Christian me odiara, pero no era mala persona. Sé que me ayudaría.

Iba distraído con el teléfono, tal vez mandando un mensaje o leyendo algo, que sé yo, el punto es que no prestaba atención a su entorno. Me acerqué sigilosamente y lo tomé del brazo.

—¡Christian!

Él se giro, su cara de sorpresa se volvió de hielo cuando vio que era yo quien le hablaba.

—Daniel, ¿Qué puedo hacer por ti?

—Pues...

¿Por qué demonios los amigos de la pelirroja eran tan directos? ¿Debía ser igual?

—Solo quiero saber si... ¿te unirás otra vez a algún equipo de futbol?

Él levantó las cejas, seguramente no se esperaba una pregunta así. La verdad que fue lo primero que se me ocurrió.

—No lo sé, la verdad es que no lo había pensado.

Entonces pensé, si tenía a Christian en mi equipo también tendría a Clarissa en la audiencia. ¡Buena jugada Daniel!

—Pues...debemos armar otro equipo, si te interesa, podrías formar parte del mío.

—Lo pensaré, gracias Daniel.

Sin dejarme decir otra cosa, Christian se fue.

Poco después me di cuenta de que no sería mi único momento de suerte. La vi, iba sola y caminando tranquila. Me acerqué a ella con paso firme.

—Hola Clarissa.

Ahora no hubo brinco, ni miedo ni sonrisa. No hubo nada, fue como si viera a un completo extraño.

—Hola Daniel, ¿estás bien?

Me extrañó su pregunta, ¿me mira como si no fuera nada y después me pregunta si estoy bien? ¿A qué está jugando?

—Físicamente estoy bien...

—¡Oh! Eso es lo importante, sí, me parece que te ves bien —dijo viéndome de pies a cabeza. Supe que había sido un gesto totalmente inocente cuando se sonrojó.— Creo que ya debo irme.

Hizo ademán de marcharse, pero le tomé la mano y no se lo permití. Cuando lo hice tuve una sensación muy extraña, y sé que ella sintió lo mismo, aún podía leerla.

—¿Por qué la pregunta?

—Es que... —ella se retorció un mechón de cabello, respiró profundamente y se tapó la cara un momento.— Es algo vergonzoso y raro.

Levanté las cejas, ¿desde cuándo ella considera como extraño algo de lo que hace? Ni siquiera podía mirarme mientras lo dijo.

—No importa, puedes decírmelo.

—Soñé contigo —dijo destapándose la cara.— Y no te veías bien, entonces mi mami me dijo que tal vez necesitabas algo, no sé, ayuda.

Declaro que amo a la madre de Clarissa, definitivamente necesito algo.

—Pues, como ves físicamente estoy bien, pero no me siento tan bien contigo —dije mirándola fijamente a los ojos, quería que me entendiera.— Necesitaba hablar contigo.

—¿De qué?

¿Cómo es que alguien tan inteligente a veces puede ser tan obtusa? Realmente no lo entendía.

—De lo que pasó entre nosotros...

—Pues como dices, ya pasó —movió su mano para tratar de liberarla de la mía. No la dejé.— Daniel, no hay nada que hablar.

—Yo...quiero disculparme contigo, no me porté bien y...

—Ninguno de los dos lo hizo, así que no hay nada de lo que pedir disculpas, ahora sí debo irme —dijo mirando su reloj.

Seguramente tenía una cita. Puse los ojos en blanco y aflojé mi agarre, solo un poco. Aún tenía algo que decir.

—Quiero pedirte una cosa.

Ella logró liberar su mano y me miró directo a los ojos.

—Dime.

No podía creerlo, después de cómo terminamos aún era capaz de ser como antes conmigo. En ese momento me arrepentí de lo que le pediría, era mejor que las cosas se dieran con el tiempo. ¿O no?

—Yo...

—Dime, ¿Qué necesitas?

—¿Podríamos intentar ser amigos?

Clarissa me regaló una sonrisa, y asintió.

—¿De verdad?

—Sí Daniel —miró algo detrás de mí y su sonrisa creció aún más.— Ahora debo irme, ¿nos vemos después?

Asentí y ella regresó unos cuantos pasos. No quise girarme, seguramente la vería con el que ahora era su novio. No sabía por qué, pero sentí que no podría soportar verlos juntos.

Era hora de volver a casa.

Segunda Oportunidad (Y te vi...2) [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora