Capítulo 20

3.5K 203 24
                                    

Clarissa

Último día aquí, mañana despertaría en una nueva ciudad y viviría otro tipo de situaciones. Moría por tener esa vida.

Mientras miraba a mis amigos, los que siempre habían sido y los que fui añadiendo en el transcurso de los últimos meses, pensé en todo lo que dejaba y en lo que llegaría.

Cambiaría de ciudad, de escuela, de repente comencé a pensar en que conocería más personas...

¿Estaré lista para arriesgarme otra vez?

Delante de mí, además del auto de mis padres, se encontraban Christian con Daniel, jamás pensé que se llevarían tan bien. Rafael tenía una cámara de vídeo, grabando a mis amigas que se encontraban haciendo muecas. Jordi y Carlos escribían en la pequeña libreta que me regalarían, dijeron que de una u otra manera, no me libraría de ellos.

Miré con mayor detenimiento a Daniel, me parecía que en las últimas semanas nos habíamos acercado más. Éramos realmente amigos. Aunque seguía siendo difícil estar a lado de él.

Incliné mi cabeza, sí, era muy difícil tenerlo cerca y a la vez sentirlo tan lejano. Entonces pensé en Jess, ella había arruinado todo. Bueno, tanto él como yo le habíamos ayudado un poco.

Sacudí la cabeza, no haría este ejercicio en este momento. No era bueno, no quería ponerme a llorar antes de que ya estuviera en camino. Yo conocía mi situación, sabía que debía hacer y exactamente eso es lo que haría. Iría a la escuela, me graduaría, trabajaría con mi papá (algún día) y mi vida sería...

En ese momento, Chris se acercó a mí. Odiaba las despedidas y me preguntó si podía irse antes de que el coche me llevara a mi nueva localidad.

—Adiós rojis, espero verte este fin de semana —dijo en voz baja.

Lo abracé porque no sabía que más podía hacer, no podía decirle que tal vez pasaría casi un mes antes de que pudiera regresar.

—Hasta luego Chris, cuídate mucho y...no te apresures con Guadalupe.

Él me soltó y se alejó un poco, mirándome feo.

—¡Rojis!

Comencé a reír, y él me siguió. Después de eso, se fue. Pude ver sus ojos a punto de soltar las lágrimas. Agradecí que no llorara delante de mí.

Así, uno a uno fueron despidiéndose de mí. Hasta que solo quedó él.

Daniel.

El único del que no quería despedirme, no sabía ni qué le diría. Así que esperé a que él hablara. Aunque eso también me llenara de temor.

Daniel

Ya solo quedaba yo ahí, me había quedado al final con plena consciencia de que lo haría más difícil. No sabía a quien quería castigar, si a ella o a mí, creo que era un poco a ambos.

No me había dejado acercarme de otra manera a ella, siempre que deseaba hablar a solas con ella, simplemente se acercaba a alguien más.

No sabía si me temía o ya no le interesaba nada más que una amistad conmigo. Y hoy era el último momento que tenía para hacer mi movimiento, era hoy, sí o sí.

—Solo has quedado tú —me dijo casi murmurando.

Debido a eso, no supe si me lo estaba diciendo a mí o solo se confirmaba a sí misma, que ahí estaba yo.

—Debo despedirme de ti, aunque no quiera hacerlo.

—Daniel, por favor... —dijo cerrando los ojos y bajando la cabeza para mirar sus pies.

—¿Por favor qué? ¿Por favor no hagas esto más difícil? —comencé a reír pero sin nada de humor.— Esto es difícil y siempre lo será cuando se trate de despedirte del que consideras el amor de tu vida.

Ella abrió los ojos sorprendida y levantó la cabeza. Dio un paso atrás.

Oh, no. No la dejaría correr otra vez.

La tomé de la mano y detuve su instinto de salir corriendo. Era hora de ser valientes, sabía que debía empezar yo así que...lo hice.

—Sé que te he fallado, que no te he demostrado todo lo que te he dicho y que seguramente no te puedo pedir otra oportunidad, pero lo haré de cualquier modo.

Ella hizo todo lo posible por soltarse, pero no la dejé.

—Daniel, esto no tiene ningún sentido, ya me voy —dijo aún haciendo fuerza para soltarse.— ¿No crees que ya es demasiado tarde?

— Mírame a los ojos y dime que no me quieres...dime que no me amas —le dije apretándole un poco más la mano.— No dejaré que te vayas y me dejes aquí.

—Eso no es decisión tuya Daniel y la verdad es que ya tampoco es cosa mía... —hizo una mueca.— Suéltame por favor.

—No, no me has dicho que no me amas.

—Somos amigos —dijo luchando por soltarse de mi agarre.

—Y yo quiero que seamos algo más.

—Ya está totalmente reconocido que juntos no funcionamos, es demasiado tarde.

Vi tal convicción en sus ojos, que por un momento le creí. En verdad le creí. Pero aún no acababa de realizar mi último esfuerzo, debía pelear contra ella y juro que ganaría.

—Nunca es tarde, solo dime que me amas y...ya, te esperaré aquí y el día que vuelvas, seremos felices...juntos.

En ese momento salieron sus padres de su casa, nos vieron de la mano y sonrieron. Eso me dijo que ella no les había contado nada del episodio Jess. La solté porque no me contestó, y esa fue toda la respuesta que podía esperar. De verdad era demasiado tarde para nosotros.

Ella no me miró mientras caminaba al auto, tampoco recibí una mirada suya cuando estuvo dentro, ella siempre observó el frente. Su padre me palmeó el brazo al pasar y su madre me sonrió, despidiéndose.

El auto comenzó a moverse y con él, mis esperanzas de tener una vida a lado de ella. Iba rumbo a mi casa, pensando en qué sería lo mejor.

La universidad también me esperaba a mí y con ello, nuevas experiencias y nuevas personas. No creía que alguna pudiera hacerme olvidarla, pero siempre había alguna esperanza, ¿o no?

Casi llegaba a mi casa cuando decidí que no quería ver caras largas y miradas de lástima, volví en el camino y me dirigí al centro. No sabía que haría para sentirme mejor ese día, pero lo que fuera debía mantenerme en mis cinco sentidos.

Ya era tarde cuando arribé a casa, ya estaba oscuro y al mirar al cielo pude ver que no había ninguna estrella. Me recordó a otra noche un poco más alegre. Suspiré y entré a la sala. Cuando levanté la mirada, me quedé petrificado.

—¿Dónde estabas? —preguntó mi mamá.

Pero yo no podía responder, no quería ni moverme. Seguramente si hacía algún movimiento, ella se iría.

En ese momento, ella sonrió y me tendió la mano. Cuando la tuve cerca, la abracé tan fuerte, que pensé que la rompería.

—Te amo Daniel —me murmuró al oído.— Has tardado una eternidad en llegar.

—Yo he esperado durante más tiempo una respuesta de tu parte...

Sentí la sonrisa en mi cuello cuando ella bajó su cabeza.

Nada más importaba, la tenía conmigo y jamás la dejaría ir.

Esa era una promesa que no dudaría en cumplir.



Segunda Oportunidad (Y te vi...2) [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora