Espontáneo soy

302 6 0
                                    

ESPONTÁNEO SOY


(Spontaneous me)

¡Espontáneo soy, Naturaleza!


La amorosa jornada, el sol que se eleva, el amigo con el


cual soy feliz,


El brazo de mi camarada perezosamente apoyado sobre


mis hombros,


La colina con su cumbre blanqueada por las florecillas de


serbal,


La misma, en otoño, matizada de rojo, amarillo, parduzco,


púrpura y verde claro y oscuro,


La rica alfombra de hierba, animales y pájaros, la agreste


y escondida ribera, los manzanos silvestres, los guijarros,


Hermosos fragmentos de cascadas, negligentes líneas del


horizonte, una tras la otra, según mi pensamiento las


evoca,


Los poemas reales (pues que los que así llamamos sólo son


meras imágenes),


Los poemas de la intimidad en la noche, y de los hombres


que a mí se parecen,


Este poema entristecido, tímido y oculto, que yo siempre


llevo conmigo, y que todos los hombres llevan también,


(Reconozco de una vez para siempre, confieso que, en todo lo que


los hombres se me parecen, están en acecho


nuestros fornidos y másculos poemas),


Pensamientos amorosos, zumo de amor, aroma de amor,


amor complaciente, enredaderas amorosas, y trepadora


savia,


Brazo y manos amorosos, labios de amor, fálica tuerca del


amor, senos del amor, vientres estrujados y adheridos


unos con otros por el amor,


Tierra del casto amor, vida que sólo es vida después del


amor,


El cuerpo de mi amor, el cuerpo de la mujer que amo, el
cuerpo del hombre, el cuerpo de la tierra,


Dulces brisas mañaneras que soplan desde el sudeste,


El velludo abejorro silvestre, que murmura y vacila acuciado


por el deseo, agarra la espigada flor femenina y


curvándose sobre ella con sus amorosas y fuertes patas,


procura su deseo, hasta que trémulo, queda saciado,


La humedad de los bosques en las horas mañaneras,


Dos durmientes en la noche, estrechamente abrazados durante


el sueño, uno con un brazo sesgado alrededor, o


quizá más abajo, de la cintura del otro,


El perfume de las pomas, aromas de marchita salvia, menta


y corteza de abeto,


Los vehementes deseos del mancebo, el rubor y la turbación


cuando me confiesa en qué soñaba,


La hoja muerta voltejeando en espiral, para yacer contenta


e inmóvil en el suelo,


La contemplación de los hombres y de las cosas cuyos oscuros


aguijones me atormentan,


El inquietante aguijón mío, atormentándome como jamás


atormentó a nadie,


Los sensibles, embragados, orbiculares gemelos, cuyo recóndito


nido sólo los privilegiados palpadores alcanzan,


La vagabunda curiosidad de la mano por todo el cuerpo


vagando, la vergonzosa y remisa persuasión de la carne


allí donde los dedos consoladores se detienen y acucian


ellos mismos,


El límpido líquido en el interior del mancebo,


La roedura del remordimiento y la aflicción,


El tormento, la marea irritable que no admite reposo,


Lo mismo que yo siento, lo mismo que sienten los otros:


El mancebo que se ruboriza y enrojece, la joven que se ruboriza


y enrojece,


El mancebo que despierta en plena noche, la ardiente mano


procurando reprimir la que anhela dominarlo,


La mística noche amorosa, las raras y casi bienvenidas congojas,


visiones, sudores,


El latido golpeando a través de las palmas y los temblorosos


dedos anudados,


El mancebo todo colorado, con las mejillas arreboladas,


avergonzado, irritado,


La salmuera con que me cubre el amor del mar cuando


estoy tendido, complacido y desnudo,


El júbilo de los niños gemelos que juguetean sobre la hierba


al sol, la madre sin apartar de ellos su vigilante


mirada,


El tronco del nogal, la cáscara de las nueces, y la madurez


de las redondeadas nueces,


La continencia de los vegetales, pájaros, animales,


La consiguiente villanía de mi parte si me ocultara, por


considerarme indecente, mientras los pájaros y animales
jamás se ocultan ni se consideran indecentes,


La gran castidad de la paternidad frente a la gran castidad


de la maternidad,


El juramento de procreación que he formulado, ¡oh!, mis


adámicas y tiernas hijas,


La voracidad que me consume día y noche con su mordedura,


hasta que yo sature a la que engendrará los hijos


que ocuparán mi lugar cuando yo esté en el final.


El saludable consuelo, reposo, agrado,


Y este manojo que yo mismo he recogido al azar,


Que ya ha cumplido su misión,


Y al cual yo arrojo al aire negligentemente, para que caiga


donde pueda.

Hojas de Hierba Walt WhitmanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora