Canción a la primavera

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CANCIÓN A LA PRIMAVERA


(These i singing in spring)

Esta es mi canción de primavera para los amantes,


(¿Quién, sino yo, comprendería a los amantes y toda su


dicha y sus pesares?


¿Quién, sino yo, sería el poeta de los camaradas?)


Cosechando atravieso el jardín del mundo, pero presto fran


queo las puertas.


Ahora, a lo largo del borde de los estanques, otras veces


vadeándolos un poquito, sin temor a mojarme,


Ahora, por las defensas de los caminos de posta, donde las


viejas piedras provenientes de los campos linderos fueron


acumuladas,


(Silvestres florecillas, sarmientos e hierbajos crecen entre


las piedras y en parte la cubren sin obstruirme el paso),


Lejos, lejos en el bosque, o más tarde vagando durante el


verano, antes de decidir dónde he de ir,


Solitario, aspirando de la tierra el perfume, haciendo alto,


silencioso, aquí y allá,


Solo creía estar cuando, de pronto, una turba me rodeó,


Unos marchaban a mi lado y otros me seguían, y otros se


asían a mis brazos y mi cuello,


Ellos, los espíritus de mis amados amigos muertos o vivos,


llegaban ahitos, formaban un abigarrado tropel, y yo


en el medio,


Cosechando, repartiendo, cantando vago con ellos por allí,


Arrancando algo en prenda, arrojándolo a quienes se encuentran


junto a mí,


Aquí, lilas con una rama de pino,


Aquí, extraigo de mi bolso un puñado del musgo que en


Florida arranqué a un roble joven, del que pendía


en largo vellón,


Aquí, algunos claveles y hojas de laurel, y un manojo de


salvia,


Y aquí, donde yo salto a la playa, abandonando el agua,


(¡Oh! Fue aquí donde vi por última vez al que tiernamente
me ama, donde regresará para no separarse jamás de mí,


Y ésta, ¡oh! ésta será de aquí en adelante símbolo de camaradas,


esta raíz de cálamo lo será,


¡Intercambiadla, mancebos, entre vosotros! ¡Que ninguno la


devuelva!)


Y ramitas de arce, y un manojo de naranjas silvestres y


castañas,


Y tallos de grosellero y ciruelos floridos, y el aromático


cedro,


Todo esto logro que me rodee cual una compacta nube de


espíritus,


Vagando, yo lo señalo o lo toco al pasar, o lo aparto lejos


de mí,


Indicándole a cada uno lo que debe tener, dando, a veces,


algo a cada uno;


Pero, aquello que he retirado del mar, depositándolo en


la playa, aquello lo reservo,


Quiero darlo sólo a los que me amen tanto como yo soy


capaz de amarlos a ellos.

Hojas de Hierba Walt WhitmanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora