Capitulo II

43 1 0
                                    

Ingresé en los Rangers. Aprendí el arte de la guerra, pero lo más importante a confiar mi vida al compañero que tenía en mi derecha e izquierda. Aquello se me daba bien y me gustaba, por lo tanto los cinco años pasaron deprisa. Fuera del ejército no tenía vida, nadie me esperaba así que mi decisión fue reengancharme, si algo me sucedía a nadie le importaría ni me echaría de menos.

Yo era un soldado, uno de los más duros del mundo. Endurecido por el combate y entrenado para matar. Mi nombre es Jhon Bucanan. Teniente de la primera compañía de las fuerzas especiales del glorioso ejército de los Estados Unidos de América. La historia que os voy a relatar ocurrió en el año 2143.

Hace tres años atrás golpeé a mi oficial superior inmediato por ordenar que disparasen sus armas contra civiles indefensos. Nos encontrábamos en una misión secreta en un país de los Emiratos Árabes, el cual no me está permitido facilitar su ubicación  por razones de seguridad nacional. En fin, los de inteligencia nos aseguraron que en ese pobladucho se encontraba un grupo de insurgentes que estaba quedándose con nuestros envíos de suministros al grueso del ejército. Cuando entramos en el pueblo no encontramos ningún vestigio de que allí se hallase el enemigo, eso que no dejamos una piedra sin remover. Solo un puñado de labriegos que luchaban por cultivar  algo, en aquella árida tierra para llevarse  a la boca para comer. Poco le importó a mi comandante quiénes eran, ordenó abrir fuego contra ellos. Aunque lo intenté no pude evitar la masacre. Por que realmente fue una masacre, cuerpos acribillados a balazos, decapitados las mujeres y niñas ultrajadas. Los hombres se volvieron locos, en ese momento no eran soldados sino una manada de lobos salvajes hambrientos de sangre. Lo más fácil hubiese sido dejarse llevar por la situación pero me mantuve con la cabeza fría y en un intento de acabar con aquella locura tumbe a mi comandante de un solo puñetazo. Lógicamente en su informe al mando superior el responsable de la matanza fui yo, cosa que corroboraron sus subordinados. Casi me tacharon de colaborador del enemigo.

Inmediatamente fui trasladado a los Estados Unidos donde un tribunal militar me juzgó con imparcialidad, no se si se habrán dado cuenta de mi sarcasmo. Fue un circo mi juicio, mi abogado era un chico recién salido de la universidad que se enfrentaba al auditor general del ejército ni contar como terminó la cosa. A mi comandante lo condecoraron por su valor en combate y fue trasladado a Pearl Harlbur para que se bronceara. Yo fui condenado a treinta años de prisión y a ser degradado delante de mis hombres para mi deshonor.

Estaba en mi celda pensando en mi buena fortuna, cuando el general de mi brigada me visitó. Me traía una propuesta interesante para mí, según él. No tenía nada que perder con escucharlo, el tiempo me sobraba. Comenzó a decirme que gracias a los servicios prestados a la patria, los componentes del tribunal que me juzgó pensaron en mí para esta misión. Me degradarían a sargento y me enviarían a una de nuestras bases que ya teníamos en Marte. Nadie sabría de mi historial, sería destinado como suboficial de seguridad un periodo máximo de diez años. Al finalizar este servicio yo decidiría lo que hacer, si seguir en el ejército o pasar a la reserva. Pero debía de darle una contestación ya, no había tiempo para pensarlo. La verdad es que no había mucho que pensar, así que acepté. 

Soldado espacialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora