capitulo IX

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Por primera vez en este desafortunado viaje, recordemos que gracias a la valentía de un teénico que dió su vida a cambio de la nuestra, nos sonrió la diosa fortuna a mí y mis compañeros ya que no tuvimos mas contratiempos con los instrumentos de la nave y estábamos a punto de llegar a nuestro destino. El piloto nos sacó de la hipervelocidad, pues nos encontrábamos muy cerca de Morphos. Cuando llegamos a su órbita se comunicó con la base minera para pedir autorización para aterrizar, después de recibirla comenzaron los preparativos para ello. La nave en principio entró en picado para romper el campo de fuerza del planeta, después de estabilizarla descendió lentamente hasta alunizar. Los motores se detuvieron por completo, fue entonces cuando el piloto abrió las compuertas de la nave y obtuvimos permiso para desembarcar.

Ahora el teniente Logan adquiría el mando, me ordenó que primero lo hicieran los mineros, a continuación lo haríamos nosotros con la tropa y el personal de la nave se encargarían de descargar todos los vártulos que traíamos.

Una pequeña comisión nos estaban esperando por parte militar el cabo encargado de mantener la seguridad con diez soldados, esa era toda la dotación asignada allí, y del personal civil el ingeniero jefe de esa mina con un par de sus subordinados, de los científicos que allí se encontraban estudiando las puertas interdimensionales ninguno se dignó a recibirnos, ellos iban a su bola. Casí no habíamos desembarcado y ya recibíamos las primeras quejas del ingeniero. El teniente Logan hizo caso omiso a sus protestas, prácticamente lo ingnoró como si no lo hubiese percatado de su presencia, se dirigió directamente al cabo para que le informara de primera mano de lo que sucedía.

El cabo Steel, ese era su nombre, le comunicó que no había ninguna novedad, que no tenía nada más que contar que lo que ya había referido todos sus informes al mando estelar.

- Está bien, cabo. Indíqueme donde podemos descansar y comer algo. - le dijo Logan.

- Señor, los mineros desearían hablar con usted. - intentó decirle el cabo Steel sin mucho éxito, pues le interrumpió sin darle opción a replicar nada. Para él lo primero era que sus hombres se avituaran y se relajaran un poco tras el tortuoso viaje. Habría tiempo de charlas después.

Nos acompañó hasta el módulo donde el personal militar hacia su vida habitual cuando terminaban su jornada laboral, nos explicó que no se relacionaban con los mineros, solamente por motivos de trabajo ya que podían llegar a ser muy agresivos, no era la primera vez que habían tenido que sofocar un motín. Allí se encontraban los mejorcitos elementos de cada casa, incluso presos condenados a cadena perpetua eran contratados para trabajar en esas minas, el cabo Steel nos relataba que a veces pensaba que era más una prisión que otra cosa, no llegaba a comprender cual era el barómetro por el que se regía la empresa concesionaria de la mina para selecionar a sus obreros o si, el vil dinero, sueldos más baratos, mayor ganancias y políticos corruptos que lo permitían. Por que para que un preso que se suponía que  debía de estar  cumpliendo condena donde un juez había dictaminado con anterioridad su encarcelación terminara allí, casi seguro contra su voluntad es que la corrupción llegaba a las más altas esferas. Pero bueno dejemos este tema y prosigamos.

Los compañeros de aquella base nos brindaron una copiosa comida, lo cual dimos buena cuenta ya que estábamos hambrientos. Cuando terminamos de comer el teniente Logan ordenó a los hombres que descansaran un poco, en cuatro o cinco horas saldríamos a realizar la misión para lo que habíamos venido hasta ahí. A mí me rogó que me quedara un instante.

Cuando nos encontramos completamente solos, de su bolsillo una petaca, lleno dos vasos y me ofreció uno a mí. ¡ Era whisky !,  seguro que obsequio del cabo Skipeer. No le hice referencia a la prohibición, simplemente le dí un sorbo, era del bueno.

Él muy serio me ofreció asiento, me contó que habíamos venido para examinar lo que estaba ocurriendo en la mina y subsanar cualquier problema que hubiese en ella, sin poner en riesgo la producción, sobre todo desde la destrucción de la otra en Delmos. Tenía que comprender que lo más importante era el mineral que allí extraían, incluso más que la vida de las personas que estaban desapareciendo o de las que aún podrían desaparecer, incluyendo las nuestras. Sus órdenes eran que no se detuviera el flujo de dichoso mineral a la Tierra a toda costa, en difinitiva el negocio predominaba ante la seguridad de los mineros, ya que eran remplazables facilmente.

Me decía esto simplemente  por consideración hacía mí, pero llegado el momento esperaba de mí una lealtad sin condiciones, después de dar él una órden esperaba que inmediatamente sea yo el que la transmitiera a los muchachos sin ningún tipo de dudas, pues aquí los soldados necesitaban saber que la cadena de mando se hallaba unida sin fisuras, todo lo tenían controlado y en cada momento sabríamos reaccionar a los obstáculos que se nos cruzaban por el camino, de no ser así podría producirse un conato de insubordinación que no se podia permitir, ya que en ello nos iba la vida.

Yo le indique que ese era el codigo por el que siempre me he regido tanto en mi vida profesional como en la privada, que si alguna vez, solo una, estuve en desacuerdo con mi superior fue por que estaba completamente seguro que lo que hacía era una barbarie y mi conciencia no me permitía quedarme quieto sin hacer nada por evitarlo, aunque poco conseguí con mi acción. Intentaba hacer lo correcto y como me lo agradecieron, condenandome a muerte pues cada día que me encontraba aquí arriba comprendía que jamás saldría de esta pesadilla en la que me había embarcado.

El teniente Logan me recriminó mi ingenuidad yo, él y la mayoría de los allí presentes habíamos sido reclutados de formas similares esa era la única manera posible para que alguien viniese hasta aquí para hacer el trabajo que ellos querían o sino...¿que persona en su sano juicio se íba a presentar voluntario a una misión como esta? Más que una misión era una condena a muerte casi segura. Ni siquiera el comandante de la base Atlantis estaba allí por cumulo de errores.

Me sugerió que no pensara demasiado en la situación en la que me encontraba, pues no me haría ningún bien, que lo aceptara cuanto antes y me centrara en el trabajo que teníamos. Me ordenó que me retirara a descansar, falta me hacía, pués nos esperaba un día de grandes emociones, él lo haria de inmediato después de resolver unos asuntos pendientes.   


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