Nubes oscuras.

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Hacia ya un tiempo que una situación inquietante se estaba presentando en la mansión Phantomhive; peleas entre los amantes que en un principio fueron tontas y pequeñas, pero que ahora se estaban volviendo mas grandes y constantes, provocando una relación dañina para ambos, especialmente para aquel joven de ya casi 16 años. Era ese tipo de relaciones en que peleaban por algo pequeño pero el pleito se hacia considerable, en el mejor de los casos dejaban de hablar y en el peor terminaban, se quedaban así un corto tiempo y después regresaban, volviendo a ocurrir lo mismo al cabo de un tiempo, formando un ciclo de dolor para ambos e incomodidad para los demás sirvientes que sentían las actitudes de la pareja. Y mientras seguia ese ciclo, el shinigami no sabia ni que pensar; por una parte él tenia sus propios problemas y conflictos respecto a sus sentimientos, por otra no le gustaba que aquel joven sufriera como sabia que pasaba, además del fastidio que surgía al notar que el mayor no se preocupaba realmente porque lo dejara, como si ya lo tuviera servido en bandeja de plata y unicamente a su disposición.

Era la tercera vez que se regañaba mentalmente por seguir pensando en ello, si no se hubiera pinchado el dedo de nuevo al cerrar aquel delgado cuerpo, hubiera seguido divagando. Por ello decidió que lo mejor era darse un respiro, tomar un poco de té, quizá salir a tomar aire un momento y ya despejado continuar con sus labores; sin embargo, apenas abrió la puerta para salir se topó con aquel chico.

A pesar de su edad, Ciel no había crecido mucho, pero si se le notaba bastante mas maduro, aunque nunca perdería aquel aire tan característico de él. Su porte, su actitud, sus ademanes.....cada rasgo de él era un deleite para aquel shinigami.

-ahora porque esa cara de bobo? -preguntó con una risa burlona el menor, un tanto extrañado.

Esa dulce voz le hizo regresar a la realidad rapidamente. Seguía cautivandolo como la primera vez, apesar de que ahora era mas grave, pero conservó esa suavidad y firmeza a la vez; era un hermoso timbre de voz.

- Joven Conde, no esperaba verlo hoy por aquí y menos sin su querido mayordomo...jejeje...-dijo recuperandose rápidamente, con su amplia sonrisa de nuevo presente y dejandolo entrar.-ha pasado algo interesante?-

-eso no te importa- fue su fría respuesta mientras se sentaba en uno de los ataúdes, con los brazos cruzados solo viendolo.

-si no me importa entonces a que viene su visita?...- pregunto divertido mientras ensanchaba su sonrisa, ahora no cabía duda, de nuevo se habían enojado y por el coraje aun latente, había tomado personal la pregunta. Y cuando el chico capto aquello al escucharlo, sus mejillas se tiñeron tenuemente de rosa y solo desvío la mirada molesto.

-vine a preguntarte...si has sabido algo de estas personas...-

- sabe que tengo un precio, así que mejor regrese cuando venga su perro fiel con usted, que no estoy de humor para que logre nada solo- fue su respuesta tranquila pero sonriente, amable y a la vez burlona, sin siquiera recibir el sobre que le daba, ni para darle un vistazo rápido a las fotos.

-dejate de bromas y revisarlas para que me digas lo que sabes!-le ordenó decidido mientras pateaba el ataúd donde estaba aun sentado, viendolo serio. Hacia ya mas de un año que el conde consiguió sacarle información de a poco sin tener que hacerlo reír; era algo extraño, una sutil y lenta manipulación que había manejado con el tiempo.

-..oh que malo es conmigo...por favor, no maltrate mi mercancía, especialmente ese ataud...-reía suavemente mientras se acercaba a sentarse en un ataúd frente a él.

- yo hago lo que quiero, además que tiene este de especial?...acaso es el que tanto quieres que pruebe?..- de nuevo estaba divirtiendose al tratar de burlarse en su propio terreno.

Diario de un ShinigamiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora