Combate.

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En ese remoto lugar a las afueras de Londres había comenzado una lucha entre dos seres sumamente fuertes. El shinigami había extrañado tener una pelea así, pero no le agradaba la idea por tratarse de algo que en verdad le importaba, él prefería ese tipo de actividades como un juego, como cuando provocaba a Sebastian, pues habían tenido algunos encuentros en años pasados; Rendell por otra parte, disfrutaba tener al fin un combate de alguien de su nivel, o al menos eso creía, porque en verdad Sebastian había tenido razón al afirmar que era más fuerte. Sebastian era demasiado fuerte, y de hecho Undertaker era el único para quedar a su altura, pero Sebastian cayó ante las trampas y juegos sucios de Rendell, y Undertaker no problema de salud del que ocuparse, por lo que ambos quedaban al nivel del odioso demonio pelirrojo, haciendole creer a éste que era digno de pelear con ellos; de hecho en estos momentos estaba comenzando a creerse superior por como comenzaba a hacer retroceder al platinado.

Era realmente una pelea intensa, ambos demasiado veloces y con su fuerza sobrenatural haciendo sacar chispas al impactar sus armas. La afilada e imponente guadaña del platinado rozaba y esquivaba la gruesa alabarda del otro, acercandose peligrosamente a su cuerpo aunque lamentablemente solo rasgaba su ropa por el rápido movimiento con que evitaba los impactos. De repente sintieron a alguien más, distrayendose apenas unos segundos para ver quien se acercaba a ellos; eran el joven conde y su fiel mayordomo, quienes habían ido a buscar al shinigami para ayudarlo y acabar de una vez con todo esto. Apenas fue un instante menor que un parpadeo, pero Rendell lo aprovechó para intentar atacar a su contrincante antes de que llegara el otro demonio y tuviera que ocuparse de los dos a la vez; el ataque no logró dañar al sepulturero como lo deseaba, pero si logró cortarle el brazo lo suficiente para que no atacara con la misma fuerza de antes.

Ahora era Ciel quien se sentía inútil en esa situación, siempre que había un combate entre shinigamis y su mayordomo, él se sentía de la misma forma, pero esta vez no podía pensar en ello, no debía ni se lo permitiría, porque en ese momento lo que estaba haciendo era cuidar a su prometida y tratar de llevarla de regreso a la mansión, o al menos alejarla lo suficiente de ese lugar. No hubo caminado ni 3 metros cuando el sucio demonio se abalanzó sobre él, siendo detenido por el mayordomo mientras el shinigami los cargaba para alejarlos lo suficiente; pero Ciel no quería eso, no quería dejarlos, menos al platinado habiendo visto como lo lastimaban. Sebastian podía regenerarse rápidamente, pero las heridas de los shinigamis eran similares a las de los humanos.

- no puedo dejarlos, iré con ustedes.

- no tienen nada que hacer ahí, nosotros lo estamos protegiendo, y usted debe proteger a la señorita Elizabeth

- entonces regresemos a la mansión y que Sebastian se encargue de ésto, tu no puedes seguir combatiendo así!

- que no puedo?...quiere apostar?...-dijo divertido y sonriendo, aun cuando recibió una bofetada por parte del menor.

- déjate de bromas!...me estoy preocupando por ti y lo tomas como un chiste...lleva a Lizzy a la mansión y yo iré con Sebastian, los alcanzaremos después...

- no...usted se va a la mansión y nosotros nos encargamos de todo esto..

Ninguno estaba dispuesto a ceder, pero Undertaker no podía seguir perdiendo tiempo, escuchaba como se acercaban por la determinación del otro demonio y las malas jugadas que le estaba haciendo a su nuevo amigo. Convenció al final al joven de que si se quedaba se escondiera, pues solo así era posible o de lo contrario debería usar la fuerza para llevárselo de ahí; fue así como después de unos minutos regresó a la batalla, arrojando lejos al pelirrojo con una patada en la espalda. Éste le miró con demasiado odio mientras se sostenía uno de los costados, pues le había sacado el aire con la fuerza de aquel golpe cerca de las costillas. En tanto Sebastian se quitaba de los ojos la tierra que Rendell le había lanzado, Undertaker se encargaba de que el otro no avanzara más ni intentara nada contra el mayordomo hasta que éste hubiera recuperado su visión.

Diario de un ShinigamiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora