4 de julio.

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He decidido empezar este diario, pues no puedo ya sostener el peso de lo que siento comprimiendo mi pecho, y tampoco es algo que pueda contarle a alguna persona....bueno, para empezar, debería de tener alguien a quien contarle algo. Mis mejores acompañantes son los muertos a quienes Atiendo, siempre les puedes contar todo sin temor a ser juzgado, pero cuidado si alguien llega cuando dices algo importante y privado.

Desde que el joven Vincent y yo nos hicimos amigos mi existencia mejoro como no creí que lo haría. A pesar de mi siempre sonriente semblante, es difícil pasar el tiempo sin ninguna compañía, sin ningún amigo, y todo por como eres y los gustos que se tienen. Y que si me gustan los cuerpos? Todos morimos alguna vez y la linea entre vida y muerte es tan estrecha que es fascinante cualquiera de los dos conceptos, pero no todos entienden eso... No se si Vincent lo hacía o siquiera lo intentaba, pero tampoco me juzgaba, y era algo que apreciaba mucho; además de que le agradaban muchos de mis chistes.

Cuando el joven Phantomhive encontró el amor, no podía evitar sentirme feliz, pues me encantaba verlo sonreír, aun cuando en ocasiones fuera de forma sínica o burlona. Quizá porque yo hacia lo mismo también en veces.... Y luego llego él.

El día en que me presentaron a ese pequeño fue uno de los únicos en donde no sonreía. Embelesado por tan lindo infante, lo único que quería era cargarlo y abrazarlo mientras le veía dormir placidamente. Claro que notaron tal reacción de mi parte, y Vincent me dejo tenerlo un buen rato, lo que hizo que recuperara esa sonrisa, aunque no fuera la de siempre sino una mas cálida y tranquila...me sentía tan bien al sentirlo conmigo.

Estuve quizá año y medio con él, tiempo durante el cual la pasabamos jugando en su cuna o en la alfombra de las habitaciones, fascinado el uno con el otro. Al principio solo era ternura, pero sin darme cuenta le tomé cariño. Después de eso me distancie por otros asuntos el tiempo suficiente para que al volver a vernos ya no me reconociera; sin embargo, eso no me desanimo del todo, ya que se veía sumamente adorable al esconderse detrás de su padre. Eso me hacia reír con una alegría especial.

Paso el tiempo y las cosas se mantuvieron estables un buen rato, pero nada es eterno y la tragedia llegó, perdiéndolos en aquel incendio...las amistades, si así puedo llamarlas, formadas en ese tiempo aun perduraban, pero ya no estaba Vincent para seguir uniendonos. Ahora eramos mas una especie de conocidos cercanos...

Cerró aquel nuevo encuadernado de tapas de piel negra y hojas amarillentas al escuchar la campana del local, le llevaban un nuevo cuerpo y aquel platinado les recibía a todos como invitados. A cualquiera que no estuviera relacionado con aquellos trabajos del bajo mundo le hubiera extrañado y asustado aquel hombre y su actitud. A cualquier muerto lo trataba como si siguiera vivo, por mas asquerosas y graves que fueran sus heridas; y así fuera irreconocible al entrar, al salir de aquel sombrío sitio eran personas comunes que simplemente parecían dormir.

Aquel hombre era singular sin lugar a dudas, pero guardaba un secreto mas grande de lo que hubiera imaginado cualquiera...

Diario de un ShinigamiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora