6. Los amigos de ella

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No sabían qué decir. Bueno, tanto Amber como Theo sí tenían muchas preguntas por hacerse, pero no se atrevían. Parecía no ser el tiempo oportuno para ellos.

Así que por unos largos segundos, sólo volvieron al pasado, mientras se veían el uno al otro.

Tiempo atrás...

Algunos días habían pasado con la normalidad de siempre, hasta cierto punto. Porque, en realidad algunas cosas empezaban a cambiar, como por ejemplo, Amber y yo. De vez en cuando ella me mandaba un mensaje de texto, o yo a ella. Ella me había pedido un par de veces que comiera con ella y sus amigos en su mesa en la cafetería durante el almuerzo, pero yo me había negado rotundamente.

-Si los conoces, te agradarán -había dicho ella. Sin embargo; no quería poner eso a prueba. Sabía que esos idiotas podrían sacarme de mis casillas con facilidad, y temía que si ellos me provocaran, yo tuviera otro ataque de ira. No quería por nada en el mundo que Amber me viera así. No podía permitirlo.

Otra cosa que había cambiado era que había regresado a mis visitas semanales con el psicólogo.

Aunque eso era en parte normal. Desde mi último ataque en mi cumpleaños, mi madre había decidido que necesitaba volver a tener citas con el Dr. Curtis al menos una vez por semana. Así había sido desde que tenía memoria. Es decir; cuando presentaba arranques de furia, me llevaban con el psicólogo por algunos meses, y si después de dos o tres meses dejaba de tener ataques, me dejaban libre.

-¿Cómo has estado? -Me preguntó el Dr. Curtis con una sonrisa.

-Bien -respondí, hojeando uno de los libros que él tenía sobre su escritorio.

-Eso veo... ¿Algo ha pasado que tenga importancia? Amigos, chicas, videojuegos tal vez.

Me mantuve en silencio por algún tiempo, dudando sobre si debía contarle o no. El Dr. Curtis me preguntaba sobre la escuela cada semana, y hacia diferentes preguntas con la intención de que me abriera un poco con él, pero resultaba difícil e incómodo. Finalmente, decidí que hablaría con alguien sobre el tema que ocupaba casi todos mis pensamientos.

-Hay una chica que me gusta -empecé a hablar sin levantar la vista-. Hablamos con frecuencia, y ella me da tutorías, así que pasamos un poco de tiempo juntos. Pero... Ella quiere que yo me lleve con sus amigos, y bueno, sus amigos son unos idiotas con medio cacahuate como cerebro.

-Ya veo -dice el doctor-, ¿y has hablado con ellos?

-Directamente, sólo con uno. Son tres chicos y dos chicas. Las chicas se visten como putas y los chicos... Son como secuaces del primero. No se ni siquiera cómo es que Amber se puede relacionar con ese tipo de gente.

-Tal vez Amber comparte gustos con ellos -dio la opción, y yo lo miré directamente a los ojos cuando él dijo-: Amber es un bonito nombre.

-Bueno, ella es muy bonita.

Una sonrisa estúpida se me escapó, pero no pude evitarlo; pensar en Amber simplemente me ponía de buen humor.

-Tal vez podrías darte a la tarea de conocer a los amigos de Amber, aunque claro, es una sugerencia -finalizó el Dr. Curtis-. ¿Quieres café? Yo sí.

Él me sonrió cálidamente, y los últimos quince minutos de nuestra sesión se fueron hablando sobre fotos de carros en una revista.

-.-.-

Los siguientes dos días estuve pensando seriamente en comer con Amber o no en el almuerzo. Finalmente el jueves desistí, repitiéndome que sólo les daría una oportunidad.

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⏰ Última actualización: Oct 13, 2015 ⏰

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