Capítulo Quince.

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Las cosas se ponen realmente feas a partir de aquí. No es como si anteriormente en la historia no las hubiesen sido, pero es que real, realmente se ponen feas aquí.

La mamá de Niall lo encontró inconsciente en su habitación a las seis y media de la mañana. De su boca brotaba un poco de algo a lo que yo describiría como espuma blanquecina, y sus labios exhibían un extraño color azulado. El grito que lanzó se quedará en mi memoria por siempre.

A las siete menos cuarto llegó la ambulancia, los paramédicos actuaron con toda la velocidad y eficacia que les hizo falta a los que me socorrieron a mí el día de mi accidente. Agradezco eso, si no fuera por ellos, Niall no hubiese llegado con vida al hospital.

Siete en punto y Niall es ingresado a terapia intensiva. Entró en una especie de coma que no puedo definir con exactitud, puesto que no presté demasiada atención a los doctores. Me centré en él. Podía ver cómo la vida se le escapaba.

A la una y media de la tarde Niall sufre el primer paro cardíaco, pero es rápidamente estabilizado. Su cuerpo se deteriora con rapidez. Mi madre está tratando de tranquilizar a Maura, Phil se limita a observarlas compartir su dolor.

Las tres y comienza una crisis inducida por su segundo paro, entra en estado crítico. Estoy a su lado ahora, como desde hace nueve horas. No me le he apartado ni un sólo segundo.

Trato de comprender cómo es que esto ha sucedido, no le encuentro ningún sentido. Antes, ¿He vivido realmente? Porque hay tantas cosas que he pasado por alto que me sorprende la idea de que mi vida haya sido algo real, y no simples maquinaciones mías. ¿Cómo pude haber estado tan ciega?

Hago un recuento mental de todo lo que ha sucedido en el tiempo en el que estuve muerta: Mags lo ha superado en el primer mes, pero se sigue quebrando un poco cuando escucha mi nombre. Los chicos de la escuela ni siquiera recuerdan quién soy. Mamá se ha sentido sola por años, pero sólo ha sido capaz de exteriorizarlo después de mi partida; por lo menos, ahora tiene a Phil. Y Niall siempre ha estado mal.

Voy a admitir algo que probablemente debí de haber admitido hace mucho tiempo, porque no estuvo bien guardarmelo hasta ahora: yo sospechaba un poco, de hecho. Me refiero a Niall. Es por eso que me he centrado tanto en él. Porque de alguna manera siempre he sabido que no se encontraba bien del todo. Sus sonrisas eran lo más parecido a una espontaneidad trabajada, ensayada frente al espejo para no alarmar a nadie. Y sí... yo, Sarah Crawford, he sabido desde siempre que la vida de mi mejor amigo y amor de mi vida era una mierda, y no he hecho nada para tratar de mejorarla. No hice nada porque estaba celosa.

Creía que si él seguía así de roto, recurriría de manera permanente a mí, y así yo no lo perdería jamás, sin importar que miles de Lily Stevens, quien por cierto ahora sale con Jack Holcomb del equipo de hockey, se interpongan en nuestro camino.

Ahora sé que me he equivocado, y mucho. He sido total y absolutamente egoísta, y es por eso que ahora Niall está tan mal. Ha llegado a su límite, porque no lo obligué a detenerse antes.

-¿Tienes idea de cuán mala he sido para ti, amor?- susurro cerca de su oído- tan egoísta, tan tonta... ¿Qué clase de amor es el que permite este tipo de dolor, de sufrimiento? No he hecho las cosas bien, Niall. Nunca las he hecho de la manera en la que deberían de haber sido, así como tú nunca has luchado lo suficiente como para mantener algún cambio en tu vida. Somos totalmente culpables de todo lo que nos sucede. Y que se congele el infierno si no es verdad, pero creo que el amarte en secreto no era la solución correcta a todo esto. Si hubiese exteriorizado ese sentimiento a tiempo, tal vez tu no te hubieses sentido tan sólo. Qué idiotas hemos sido, ¿No?

Y entonces, sucede. Finalmente le he dado un cierre, y siento que ya no me queda nada por hacer. Se ha acabado. En un momento sumamente crítico, se ha acabado.

Tres con diecisiete minutos y Niall tiene el tercer paro, el cual sé que no resistirá. Me consuela la idea de saber que no estaré aquí para ver cómo se le escapa la vida, porque ya me estoy yendo.

-Está bien. No cuenta el que me vaya justo ahora, porque al final no te he abandonado- digo más para mí misma.

No necesito ver esto, ya sé cómo acabará.

Los ojos de Niall se abren y él los posa en mí, logrando que las mariposas en mi estómago se alboroten por una última vez. Finalmente me está viendo, y los dos sabemos lo que significa eso.

Los doctores irrumpen en la habitación una vez más, pero no pueden evitar lo inevitable. Él se ha ido.

Mi visión se torna borrosa y todo adquiere un extraño resplandor cegador,  no puedo ver más que el blanco. Una cálida mano se posa en la mía y sé quién es sin siquiera mirar.

-¿Acaso ibas a dejarme, Sar?

No puedo evitar poner los ojos en blanco.

-¿Cuántas veces, Niall, te he dicho que no me gusta que me digas Sar?

-Quizás no las suficientes como para que yo las recuerde.

Extrañamente, me siento feliz. Puede que no sea el mejor desenlace de todos, pero al menos puedo decir que estuvimos juntos hasta el final, sin importar lo demás.

-¿Crees que tendrán comida allá?

-Oh, Niall- suspiro, guiandonos hacia la luz- eres un imbécil...

Tres y media, y por fin alcanzamos la paz.

Unfading; nh.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora