Capítulo Catorce.

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Yo creo que todos ocultamos una parte de nosotros al mundo, ya sea por temor a no ser aceptados, o por el simple hecho de no querer herir a alguien. Lo que habita en la oscuridad, pertenece a ella. Al final, nunca conocemos del todo a una persona.

Aparto un mechón de cabello de mi rostro, manteniendo siempre la mirada fija en Niall. Él está recostado en la pared de enfrente, nuestras piernas cruzadas, sentados como indios.

-¡No me toques, no me toques! ¡Eres una maldita mierda de mierda!

Frunzo el ceño en desaprobación, su estado actual me produce cierto tipo de náuseas que asocio directamente con el asco. Está drogado. Le había observado ingerir dos tabletas de LSD con tequila en menos de tres minutos. Mi limitado conocimiento de drogas alucinógenas me dice que esta podría ser una cantidad mortal para él, pero si no supiera que ha estado haciendo esto antes, desde hace mucho tiempo antes, estoy segura de que me preocuparía tanto que en este momento estaría trepando por las paredes. 

-¡Eres un pedazo de mierda!- la cantidad de gritos aumenta con cada minuto que pasa, la droga siendo absorbida por su organismo, produciendole alucinaciones- ¡Te odio, te odio!

Para ser sincera, tengo cierto tipo de curiosidad, admito que es algo morboso. Quiero saber qué es lo que sucede en su cabeza, qué ve, qué, siente...

Estaba observando mis sandalias cuando él lanzó el primer sollozo. Lo observo de inmediato y me encuentro con la sorpresa de que me está mirando fijamente.

-Vuelve...

Su voz rota causa estragos en mí, provoca escalofríos y me hace sentir como una auténtica perra sin motivo alguno.

-¿Niall?- susurro en confusión.

-¡Vuelve, vuelve! O quédate como estás, aquí conmigo. ¡Pero no vuelvas a dejarme!

Me siento insegura, ¿Acaso me está hablando a mí? ¿Cómo puede ser esto posible? Me pongo de pie, seguida inmediatamente por sus ojos. Se me forma un nudo en la garganta al contemplarlo observándome.

-Oh, Dios- digo con voz estrangulada.

Estoy totalmente erguida y una mueca de confusión adorna mi rostro cuando Niall sigue subiendo los ojos, mirando muy por encima de mí. Da un pequeño cabeceo hacia adelante, antes de caer sobre su rostro. Se desmayó.

La frustración se apodera de mí cuando finalmente acepto que él simplemente estaba a punto de desvanecerse, siendo una coincidencia que nuestras miradas se encontraran.

Me acerco a él y me siento a su lado. Los sucesos del día inundan mi mente, ahogandome en recuerdos. Había seguido a Niall hasta un punto de distribución, llevándome la sorpresa de que era bastante conocido por allí. Y no hablo de una camaradería de unas pocas semanas, sino de una verdadera amistad, una especie de conexión entre él y el vendedor. No me tomó mucho tiempo hilar las cosas.

Niall había estado consumiendo drogas desde mucho antes de mi accidente. Aparentemente, había tratado de dejarlas unos cuantos meses atrás, pero mi muerte fue como una especie de gatillo para él, empeorando la adicción.

Y de nuevo, no puedo evitar sentirme culpable por todo.

Suelto un suspiro y me recuesto en la alfombra, observando el techo del cuarto de Niall. ¿Acaso él estaba destinado a sufrir tanto?

Y si es así, qué vida de mierda.

Unfading; nh.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora