Capitulo Cinco.

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Comienzo a abrir los ojos despacio, estoy en otro lugar que no es mi habitación del hotel, tengo la boca cubierta con una especie de tela que no me permite decir alguna palabra.
Intentó quitarme la tela de la boca pero es imposible, me duele la frente como si me hubiese golpeado con algo bastante fuerte.
La puerta de la habitación desconocida se abre y aparece un chico rubio de ojos azules por la puerta.

"Mierda." Escucho que susurra para su mismo, se acerca a la cama y se sienta, yo me alejó de el asustada. "Ven preciosa no voy a hacerte daño."

Me levantó de la cama con cuidado mientras sigo intentando quitarme la tela de la boca.

"De acuerdo, iba a quitarte eso de la cara pero si no me permites hacerlo está bien." Dice el chico, su acento no es inglés es un poco más bruzo y fuerte.
Me acercó con miedo a el para que me quite la tela de la boca.

En cuanto la tela está lejos de mi rostro intentó golpearlo pero detiene mi golpe sujetando mi muñeca con fuerzas.

"¿Quien mierda eres tu?" Pregunto enfadada.

"Eso no importa." Responde el idiota con una sonrisa, me mira de pies a cabeza sin algún tipo de discreción.

"Ten un poco de respeto." Hago fuerza para que suelte mi mano sin conseguirlo. "Sueltame." Aprieta un poco mas. "Por favor." Ruego, suelta mi mano de inmediato. "¿Qué mierda hago aquí?" Espero unos segundos para que me responda pero no lo hace. "¿Que quieres de mi?"

Vuelve a mirarme de pies a cabeza pero esta vez se centra en mi pecho y sonríe ampliamente, cruza los brazos y asiente despacio.

"Lo que sea que tu quieras darme para salir de aquí."

"Mira idiota, si lo que necesitas es dinero puedo darte el número de mi padre y el te dará todo lo que necesites."

El ríe in fuerza. "¿Te parece que lo que necesito yo es dinero?"

Para ser sincera no, parece un chico con dinero, bien vestido y si me lo encuentro en la calle podría decir que es educado pero como las personas dicen "las apariencias engañan" el es un cínico que me ha secuestrado para hacer conmigo no se que cosas.
Sabía yo que venir sola a Londres era una pésima idea. Llamaría a alguien pero la batería de mi celular se terminó.

"Probablemente sea lo que necesitas." Respondo con un poco de miedo.

"Dinero es lo que ahora menos necesito." Réplica, afloja los brazos y saca el aire. "Ponte cómoda, aquí pasarás un par de noches." Sonríe ampliamente y se da media vuelta.

"¡Espera!" Grito antes de que abra la puerta, gira la cabeza para verme. "Es que yo..., yo no soy de aquí."

"Si, de eso me di cuenta yo solo."

"Soy de América, exactamente de Nueva York." Me acercó temblorosa a el. "Mi padre es due..." Antes de terminar de hablar el chico me interrumpe con un tono arrogante.

"No me interesa saber de donde eres o que es tu padre." Abre la puerta "Tienes suerte de que no quiera poner esa tela en tu linda boca de nuevo." Sale de la habitación, veo que pone el seguro y luego escucho pasos por las escaleras.

Maldita sea, no se como llegue a este lugar a toparme con ese rubio estúpido. No recuerdo nada, sólo que salí a desayunar para no tener el estómago vacío mientras salía a conocer Londres con la prima de Tom. Desde ahí no recuerdo nada más sólo el momento en que abrí mis ojos y mi boca estaba cubierta con una tela color café.

Stockholm SyndromeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora