Una carta inesperada.

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Son casi las nueve de la mañana, termino de alistarme para desayunar, estoy hambrienta después de las emociones de anoche.

-Es hora de desayunar cariño- entra mamá al cuarto más tranquila que la noche anterior.

-Claro mamá, un segundo- termino de cepillarme mi ondulado cabello rubio, me levanto y sigo a mamá por el pasillo.

Cuando llegamos al comedor, papá y Katerinhe ya se encuentran sentados en sus lugares habituales.

-¿Quién es tu novio?- se rió mi pequeña hermanita.

-No sé de qué hablas- me sonrojé y tomé mi lugar.

-El chico de ayer, el que te trajo a casa de la mano- continuó con su broma.

-¿Mes estabas espiando?- pregunto molesta.

-Basta niñas- agrega papá molesto.

Terminamos el desayuno en silencio, un silencio pesado que solo es interrumpido por los cubiertos sobre la vajilla, todo termina cuando papá se retira a trabajar sin antes darnos un beso a cada una.

-Niña, le acaban de traer esta carta- Rosario me entrega un sobre sellado con mi nombre escrito con una letra cursiva que desconocía hasta ahora.

-Seguro es de tu novio?- dice mi pequeña hermana de 10 años.

-Eso no lo sabrás, ahora termina de desayunar- Miro la carta ansiosa.
-¿puedo retirarme al jardín- pregunto mientras me levanto de la silla sin esperar respuesta alguna.

Atravieso la enorme puerta de madera para llegar al jardín, corro hasta un enorme árbol donde se encuentra un columpio, mi lugar favorito en la casa desde que era niña y justo ahí abro la carta para leerla.

María, mi coincidencia favorita.

No puedo dejar de pensar en ti ni en el beso que nos dimos el día de ayer, fue un momento único,  a pesar de que nos conocimos hace un par de días, me has hecho sentir algo muy especial...

Quiero verte de nuevo, quiero ver tu hermosa sonrisa y tu delicada mirada.

Ojalá puedas cumplirme ese deseo, si es así espero verte en el lugar donde nos conocimos, al atardecer.

Sebastián Vallejo, él chico que siempre piensa en ti.

Al leer la última línea siento una emoción inmensa, le gusto, realmente le gusto, pienso y sonrío para mí.

-Cariño, la carta, ¿es del chico de ayer? - pregunta mamá sin previo aviso, no había notado su presencia.

-Sí, quiere verme de nuevo, esta tarde- hablo con tanta emoción como un niño en navidad.

-Hija, no me gustaría que resultaras herida, no lo mereces, tú solo mereces amor puro- dice mientras mira al suelo al borde de las lágrimas.

-Creo que podría sentir ese amor con él, tal vez resulte algo bueno de todo esto- tomo su mano sonriendo.

-Si crees que es lo correcto te apoyo, si algo resulta mal, estaré para secar cada una de tus lágrimas hasta que vuelvas a florecer- me abrazó y se retiró.

Por la tarde decidí usar un vestido color  naranja y una sinta a juego, justo antes de salir de casa me prometí no dejarme llevar tanto por mis sentimientos aprender a controlarlos, es decir apenas y conozco a Sebastián, no sé mucho sobre su vida, además nadie se enamora a los dos días...

Al llegar al lugar prometido me sentí nerviosa y aún más al ver cuantos soldados andaban por la zona, era un mar de ellos, unos minutos más tarde Sebastián llegó atrás de mí y me obsequió una rosa, solo le agradecí por el detalle.

-¿te encuentras bien? Pareces un poco seria- dijo mientras ponía su mano sobre mi hombro.

-En realidad quisiera saber más de ti antes de permitirme sentir algo más- retorcía mi vestido mientras hablaba.

-¿Qué quieres saber de mí?- parecía inseguro.

-No sé bueno en realidad desconozco mucho de ti- lo miré ansiosa.

-Bueno... yo crecí aquí en San Ricardo, vivía muy bien cerca de este lugar, cuando cumplí 6 años mamá murió... papá se tiró directamente al alcoholismo por varios años hasta que cuando cumplí 10 mi tía Janeth decidió que era mejor que me fuese con ella a Santa Rita, el pueblo vecino...- suspiró- no supe nada de papá hasta esta ocasión que regresé como militar, descubrí que también murió- la tristeza inundó rostro en un instante.

-Yo... lo siento mucho- tartamude- no debí portarme así, solo quería conocer un poco de ti...

-María, no sé cómo inició este sentimiento por ti pero si te sientes extraña porque todo esto es tan repentino nos trataremos el tiempo que desees- tomó mi mano firmemente- estaremos en el pueblo un par de meses más podemos seguir conversando y conocernos...

Evité que terminara la oración con un dulce beso en los labios, me había mostrado su alma y era algo que le agradecía profundamente.

Después de ese día decidí que podía tener una oportunidad con él, decidí que era tiempo de enamorarme, decidí que quería que él fuera mi primer amor y por qué no el último.

MaríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora