♤ Cardverse : Reino De Espadas S.XXI || UsUk ||

Capitulo 13

13.

Alfred corría rápido, vistiendo tan solo una camisa y un traje de baño. Me llevaba en sus brazos, semi consiente desde la playa a la casa. Una vez que llegó, me depositó cuidadosamente y estilando sobre el sofá, sobre una toalla que mi madre había colocado al ver a Alfred corriendo y dándose la vuelta por la reja. Una vez que estuve ahí, Alfred me besó la frente y me apretó levemente el pecho, aunque al sentir la presión de los botones de mi camisa sobre mi piel, me levanté bruscamente, y me puse a toser, botando el agua salada que había tragado con anterioridad.

-Vaya señora Kirkland –dijo Al- es quinta vez que le pasa esto a Arthie.

-Por lo menos de a poco le pierde el miedo al agua- dice mi madre- me alegra que te hayas ofrecido para enseñarle a nadar.

Yo los miro, intentando componerme. Ya han pasado casi tres semanas y media desde que llegamos con Alfred, y se ha esforzado por enseñarme a nadar, aunque no ha dado buenos frutos, ya que el mar me aterra, y cada vez que me hace adentrarme un poco, termino ahogándome nuevamente. Debido al frio y la humedad de la zona, no podemos entrar solo en bañadores, por lo que hay que meterse al mar con alguna playera o camisa para no pescar un resfriado.

Mi madre me cubrió con una manta y fue a preparar el baño para que me quite el agua con arena del cuerpo. Cuidadosamente me paré de aquel sofá para ir a bañarme. Alfred quiso acompañarme, pero aún tengo aquel trauma de que vea mi fea marca de nacimiento, aunque él tiene una idéntica, me apena mucho que alguien más la vea, desde que Francis fue cruel conmigo hace años atrás al ver mi marca. Después de terminar mi baño y estar vestido, veo a Alfred regresar con nuestros zapatos, que había dejado en la playa. Me siento en la mesita de la cocina, que está junto a la ventana y al lado de la cama de mi madre y hermano menor. Me preparo un té ahí mismo, con el agua del termo y las bolsitas que están sobre la mesa. Sin azúcar.

Bebo unos cuantos sorbos de mi té, mirando por la ventana, sobre el colchón donde duermen mamá y mi hermano. Hay muchos muchachos ahí afuera, chicos que no tuvieron oportunidad de ir a la universidad, por lo que se quedaron en el pueblo sacando pescados o construyendo viviendas. No son malas personas. Son esforzados y de buen corazón, solo que no tuvieron oportunidad de surgir. Algunos de ellos son compañeros o amigos de Scott. A veces pienso en que hubiese pasado si nunca hubiese ganado la beca. Tal vez estaría aquí, estancado como ellos. Tal vez nunca hubiese conocido a Alfred. O tal vez, tendría algún trabajo denigrante como algunas de mis ex compañeras, que venden su cuerpo a cambio de un poco de dinero para poder vivir. Estoy muy agradecido de lo que tengo, de mis estudios y de haber tenido la oportunidad de conocer a Jones. Noru también está agradecido de contar con aquella beca y poder estudiar algo que le apasione.

Termino mi té, y me levanto a lavar mi taza. Una vez que guardo todo, me siento en la mesita de la cocina, a descansar un poco. Mi cabello aún está húmedo, y la olla está humeando. Al parecer, dentro de poco vamos a cenar. A veces no comprendo cómo mamá puede cocinar tan delicioso, en cambio yo no le puedo atinar muy bien que digamos a lo que es el arte culinario. Supongo que heredé el gusto de mi padre, ya que cuando éramos niños y mamá trabajaba por la mañana, papá nos cocinaba para poder luego ir a trabajar por la tarde. Por lo general, al igual que yo, quemaba la comida.

Alfred llega corriendo por la puerta, indicándome que tiene una sorpresa para mí.

Levanto la cabeza para ver a Alfred, y el corre a tomar mi mano para levantarme de mi asiento y llevarme a la vieja bodega que es nuestra habitación, pero antes de llegar, me venda los ojos frente a la puerta y me guía hasta adentro. Me dice que cuente hasta tres y luego de que cuento, me quita suavemente la venda. Me sorprendo al ver redecorado el lugar, sin cajas, con cubre piso en lugar de cemento, la habitación forrada con madera y con una ventana de aluminio. Una cama de dos plazas con un hermoso cobertor y esponjosas almohadas.