capítulo 10

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10.

Los nobles nos vieron entrar tomados de la mano y nos miraron un tanto enojados, pero cuando Alfred entrelazó sus dedos con los míos, además de hacerme sonrojar, hizo que los presentes se sorprendieran de tal manera que no pudieron siquiera disimularlo. Tomamos asiento en un sofá pequeño para dos personas. Era muy cómodo y acolchado, pero un tanto pequeño, por lo que quedé demasiado cerca de Alfred. Los presentes, todos personas mayores, dos o tres mujeres un poco más jóvenes pero completamente serias, seguían charlando, un tanto molestos, asuntos acera de "una herencia" y "las deudas del reino" Alfred parecía estar divertido, como si todos esos problemas, que los presentes hacían ver tan graves, en realidad fueran algo completamente ajeno al joven Jones.

Alfred toma la palabra; Dice que no le importa todo lo que haya sucedido en el pasado, porque son cosas del pasado, valga redundancia. Alfred asegura que, una vez que asuma su lugar en el trono, llevará al reino por un buen camino, dejando atrás todos los rencores, borrón y cuenta nueva. Eso al parecer ha enfurecido un tanto a las personas que se encuentran presentes. Pasaron de estar preocupados, a estar molestos. Aprieto la mano de Alfred al sentir la presión de estas personas y la tensión en el ambiente. Una de las mujeres más jóvenes, de cabello rubio corto y hermosos ojos azules se pone de pie y nos señala con el dedo. La mujer hervía en ira.

-¡No voy a tolerar que mi primo asuma el poder que le corresponde a su padre, sin haberse casado primero, ni mucho menos voy a permitir que merodee por el reino haciendo farándula con una chiquilla que ni siquiera conocemos ni ha sido aprobada por la familia!

-¡Pero Emily!- regañaba Alfred a la chica- ¿No eras tú la que decía "sigue a tu corazón" cuando éramos niños?

-Las cosas han cambiado, Alfred. Ya no somos niños y mi tío está a punto de morir ¡acéptalo de una vez! Ya madura.

-Lo dices sólo porque siempre quisiste el trono, prima. ¡Todos ustedes quieren el trono! ¿Qué acaso no les importa la salud de mi padre?

-A ti tampoco te importa mucho que digamos, mocoso- dijo uno de los hombres mayores y a su vez intimidantes.- No te importa tu padre, ni te interesa el trono, ni tu familia o tus costumbres... ¡ni siquiera respetas las tradiciones! No mereces ser el heredero, tan solo eres un niño con cuerpo de hombre que se niega a crecer.

-¡Así es!- ahora discutía una mujer de melena castaña y ojos rojos de piel levemente bronceada- Si de verdad te preocupara la familia y el cargo, que realmente no mereces, no saldrías de farra y jarana cuando se te pega la regalada gana. ¿Qué acaso no te das cuenta que la vida de tu padre y la de todos en el reino está en juego? Ah claro, para ti todo es juego.

-Cierra la boca, tú eres la menos indicada para juzgarme en todo esto.

-No seas irrespetuoso- seguía aquel hombre- debes hacerte cargo, y madurar de una vez. Ya no eres un niño y debes tomar una decisión prudente. No se te obligará a casarte con la hermana del Rey Iván, pero si es la opción más prudente a tomar en una situación así.

-¡Que no me voy a casar con ella!... y por favor, digan esas cosas frente a mi novia, se asusta.

-Por el amor de la sangre...Alfred, primo ¡compréndelo! – dijo un chico de peinado y aspecto similar al de Alfred, solo que este muchacho era de cabello y tez morena, ojos rojos y llevaba gafas de sol en su cabello, además de tener el mismo mechón anti gravedad que Alfred- El futuro de todos depende de ti, no lo arruines como arruinaste el pastel de bodas de mi madre.

- Todos estamos de acuerdo, Alfred tiene que casarse con Natasha y no hay nada más que agregar- dijo el mayor de todos los hombres, armando un debate en el cual todos hablaban al mismo tiempo.

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