•Gota III•

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Si hay algún error ortográfico, favor de avisarme, sería de mucha ayuda

Kuroko se encontraba en su pupitre: en frente y al lado de la puerta. Odiaba ese asiento; tenía vista al pasillo donde todos los estudiantes pasaban y sus pláticas a voz viva interrumpiendo constantemente su pensamientos, pero sobre todo que sus compañeros de clases pasaban por allí y, cuando tenía la mala suerte de que recordaran que él existía, lo empezaban a molestar. Se le hacía ridículo; estaba en prepa y aun así se seguían comportando como unos niñatos. Dejó salir aire de la boca y prefirió escribir en su libreta, de todas formas, no le iba tan mal en historia.

El chico de cabellos rojos se sentaba en la fila de en medio, el lugar perfecto para observando de vez en cuando al chico de ojos azules, que apuntaba algo en su libreta, lo que despertó su curiosidad: «¿qué estará escribiendo esta vez?» se preguntó mientras se colocaba el lápiz en la boca y mordía la goma.

—Akashi-kun —llamó entonces el profesor.

—Mande —contestó suavemente mientras dirigía su mirada a su mayor.

—¿Durante que periodo se introduce el budismo?

—En el Asuka —contesto, aunque no había escuchado ninguna palabra de su profesor, la respuesta era muy sencilla y más si había leído todo el libro hacía ya tiempo.

El maestro solo pronunció un «hmm» antes de continuar con su clase.

Uno de sus amigos que se sentaba a su lado le llamó para susurrarle algo y ese mismo momentos pudo ver de reojo a Kuroko que lo miraba serio y después regreso su vista a su libreta.

La clase de historia había acabado y para martirio de Kuroko comenzaba educación física: odiaba esa clase y no era por el ejercicio, sino porque era la clase perfecta para que todos sus bravucones lo pusieran en ridículo. Antes de levantarse de su asiento cerró su cuaderno, lo guardó en su mochila y de paso sacó su ropa deportiva y con dos anclas colgando a sus pies camino a aquella clase del infierno.

Esperaba en su asiento como salía el chico de cabellos azules; reviso que no hubiera nadie en el salón y rápidamente se acercó hasta la mochila del mencionado y sacó la primera libreta, con rapidez la hojeo y encontró lo escrito anteriormente, volteo la hoja y allí estaba, el nuevo escrito:

«Las personas suelen ser algo ridículas a veces. Imaginan que todos confiaran en ellos ante las primeras palabras bonitas que le digan, sin darse cuenta que no todas las personas son iguales.

Tal vez cometí el error anteriormente, pero no de nuevo, no jamás, no nunca. No volveré a caer ante fantasías dichas por alguien, porque se que no las cumplirá.

Una vez confié en alguien y obtuve una vida miserable.»

Apretó con fuerza la libreta y luego la cerró de golpe. No había soportado leer la última frase. «¿Es que acaso si existen personas así?» pensó mientras se dirigía a su clase de educación física.

...

Cuando el profesor de educación física —un hombre que hacía dudar si alguna vez había hecho ejercicio, por la panza que lograba sobresalir de su camiseta», le pidió a sus estudiantes que hicieran parejas para el estiramiento. Resignado por saber que quedaría como siempre solo, Kuroko comenzó a estirar sin nadie alejado de los demás.

—¿Puedo estirar contigo? —preguntó una suave voz.

No la escuchaba muy a menudo, pero la reconoció algo sorprendido. Levantó la cabeza y sí, allí estaba frente de él, "el príncipe perfecto". Estaba sorprendido, no lo podía negar, pero su rostro no lo demostró.

Mis LágrimasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora